La exigencia de una música danzable
Kenny Davern (Huntington, Nueva York, 1935) se mueve a contracorriente. Por un lado, practica ese jazz que llamamos tradicional, aunque sea el que tradicionalmente menos se escucha, y, por otro, se dedica al clarinete, un instrumento celebérrimo en los orígenes que ahora parece casi una reliquia recordada sólo por jóvenes sin prejuicios como Ken Peplowski o Michael White.Para ponerlo aún más difícil, se presenta con la antigua fórmula de trío sin contrabajo, tal y como lo hacía Benny Goodman hace muchos años y, como éste, exige que la música sea optimista, danzable, cantable y, sobre todo, disfrutable. En resumen, Davern es uno de los pocos que caen en la cuenta de que el jazz tiene 80 años mal contados y, por tanto, todo él es contemporáneo y plenamente vigente.
Kenny Davern Trio
Kenny Davern (clarinete), Johnny Varro (piano) y Jeff Jerolamon (batería). Café Central. Madrid. Suplemento por actuación: 900 y 1.100 pesetas. Hasta el 23 de diciembre.
Luce ademanes distinguidos y rescata modales perdidos. Desde el momento que se le ve desplegar un impecable pañuelo para secarse el sudor y se observa la delicadeza con que sostiene el. platillo de la taza de café, se tiene la certeza de estar ante un músico exquisito, y eso que todavía no ha empezado a tocar. Cuando lo hace, suena sencillamente intachable, pleno de color, potente... Según le van viniendo a la mente, interpreta melodías irresistibles de siempre (St. Louis blues, Caravan) con encomiable fidelidad. Entre sus maestros están el imprevisible Pee Wee Russell y el apasionado Sidney Bechet: de ambos extrae enseñanzas que hacen su fraseo clásico de forma inmediata. Los solos que ejecuta, ponderados y de la duración justa, están construidos con tal lógica que no parecen espontáneos, sino concienzudamente ensayados. Los estilos típicos de Nueva Orleans y Chicago se funden en sus manos con una coherencia total y sin síntoma alguno de agobio; todavía más, a poco que se escarbe también es posible encontrar en su fraseo vestigios de clarinetistas modernos, en especial del Jimmy Giuffré de los años cincuenta. Su sentido del humor se percibe sin ser evidente y huye del cliché con la autoridad de quien conoce hasta el último rincón expresivo.
Envueltos en sueños
En cada pase, su acompañante Johnny Varro demuestra en solitario lo correcto pianista de stride que es sobre piezas como Have you met Miss Jones? o Honeysuckle rose, y el batería Jeff Jerolamon lucha con desigual fortuna por adaptarse a un estilo con el que no está del todo familiarizado. Cualquier pequeño inconveniente se supera si se apela a una forma de entender el jazz que se refleja bien en el título de otra de las canciones que interpreta el trío: Wrap your troubles in dreams (Envuelve tus problemas en sueños).
Babelia
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.