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El inamovible obstáculo del Golán

Las maniobras de palestinos e israelíes ocultan el conflicto con Siria

Israelíes y palestinos pueden estar realizando en Washington, sede de la segunda fase del histórico proceso de paz para Oriente Próximo, toda clase de maniobras sobre la reanudación del diálogo de paz, pero tras su conflicto emerge otro obstáculo inamovible: la disputa por la estratégica meseta del Golán, el territorio sirio que Israel capturó en la Guerra de los Seis Días, en 1967. Sirios e israelíes se encontraron tres veces en una sala del Departamento de Estado la semana pasada. Las declaraciones que surgieron de ambas partes transmitieron todo menos esperanzas de progreso real.

Los más acérrimos enemigos en Oriente Próximo están hablando, pero en la única cosa que parecen coincidir es en que no existe terreno para comenzar a negociar un tratado de paz entre Damasco y Tel Aviv. En el mejor de los casos, sirios e israelíes retornarán a casa sin insultarse públicamente como lo hicieron en Madrid hace cinco semanas."No se ha logrado ningún progreso", declara la portavoz de la delegación siria, Bushra Kanafani. "No se puede hablar de paz en la región si no se da un concepto global al tema de la paz, una paz basada en el cumplimiento de resoluciones aprobadas por la comunidad internacional y que Israel continúa ignorando". Al término del último contacto con los israelíes, el jefe de la delegación siria, Mouafaq al Alaf, dijo el jueves, que la paciencia de Damasco tiene sus límites.

Sin embargo, Benjamín Netanyahu, el portavoz de la delegación israelí, sugirió que los sirios parecen haber comenzado a ceder. "Existe mayor voluntad para ver la [resolución del Consejo de las Naciones Unidas] 242, si no bajo una luz completamente diferente, por lo menos bajo una luz condicional. Creo que hemos llegado a un nivel totalmente diferente del que existía y que esto es una buena señal", dijo. Los sirios rechazan con vehemencia esa apreciación que, implícitamente, sugiere posibles concesiones sirias.

La búsqueda del más mínimo avance en las incipientes negociaciones sirio-israelíes para crear un nueva situación en el Golán choca instantáneamente con el problema de interpretación de las resoluciones 242 y 338. Israel dice que ya cumplió la 242 cuando devolvió el desierto del Sinaí a Egipto en 1979. Los árabes y una gran parte de la comunidad internacional sostienen lo contrario y apoyan fervientemente el principio de que la 242 y la 338 forman la base de la fórmula que incluso Estados Unidos apoya públicamente: territorios a cambio de paz.

"Para comenzar, no hay mucho que devolver del Golán", dijo Netanyahu la semana pasada, dando un sesgo nuevo al argumento israelí sobre la importancia estratégica de la meseta volcánica al norte de Israel. "Es una franja de 17 kilómetros de ancho, en su parte más amplia", agregó para minimizar la importancia geográfica de una zona ocupada en la que desde hace años florecen asentamientos judíos.

Desde el punto de vista israelí, sin embargo, la devolución del Golán entraña un grave riesgo militar, pues Israel no confía en sus vecinos aunque éstos lleguen a firmar la paz. Los sirios podrían alegar lo mismo: desde las posiciones israelíes, la artillería es capaz de alcanzar el corazón de Damasco, a unos 60 kilómetros de distancia, y facilitar un ataque terrestre relámpago.

Para los sirios, sólo el cumplimiento de las resoluciones 242 y 338 (territorios a cambio de paz) ofrece la oportunidad de eliminar el riesgo de una nueva guerra. Desde la óptica de Damasco, la paz que se busca en Oriente Próximo para afianzar el nuevo orden mundial de George Bush debe ser "global", es decir, la devolución del Golán no es una condición que colmaría las aspiraciones de los sirios. La paz, se sostiene en Damasco, sólo será posible si todos los territorios capturados por Israel son devueltos a sus legítimos dueños.

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