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ARTE

Una gran exposición entierra el 'comic' en París

Una gran exposición homenaje dedicada al comic acaba de inaugurarse en París y permanecerá abierta hasta el próximo 5 de enero. Bajo la denominación Opéra-bulles, 3.000 metros cuadrados de la Grand Halle de la Villette han sido reconvertidos en un espectacular espacio que evoca el mundo y los creadores del comic, adquiriendo sin querer un carácter que recuerda un monumento o celebración fúnebre.El nombre responde a una doble intención. Se habla de ópera porque se ha concebido el recorrido del visitante a partir de los cuatros actos canónicos de las grandes óperas; bulles, porque así es como denominan en francés la viñeta. El primer acto recuerda a Gosciny, el guionista creador de Astérix, Lucky Luke o de la revista Pilote, verdadero padre del comic francófono. En una suerte de desván el visitante encuentra algunas de las más célebres historietas impulsadas por René Gosciny, así como radios o televisores que transmiten sus invenciones, muebles y maletas que le pertenecieron, su primera máquina de escribir y el testimonio de dos generaciones de dibujantes que le tuvieron por maestro.

El segundo acto conduce al enorme decorado nocturno de una imaginaria playa normanda. El tema escogido es Los franceses durante las vacaciones. El visitante puede chafardear en el interior de las tiendas de cámping, de las roulottes o de las duchas comunitarias. El decorado remite al universo de Reiser, Uderzo o Cabu, la arena está repleta de botes de bronceador, esparadrapos usados y conchas de mejillón. Se oyen los ronquidos de los veraneantes, el oleaje acompasado de una noche tranquila y, de vez en cuando, cómo descarga el depósito de agua de un retrete. Los comics aparecen por todas partes: pegados en las paredes, en la arena, sobre las mesas playeras o convertidos en graffitis obscenos dentro de las duchas.

Tenebrosa creación

Los dos actos restantes son más solemnes: en el interior de una casamata abandonada un audiovisual nos sumerge en el mundo angustioso de Enki Bilal. Luego entramos en el Museo de las sombras, una tenebrosa creación de Schiten y Peeters, especialistas en mundos imaginarios.La exposición, impresionante por sus dimensiones y por los decorados que ha requerido, tiene un involuntario tono de réquiem, de solemne y fúnebre celebración del esplendor de un universo desaparecido. No porque dos de los creadores evocados -Reiser y Gosciny- hayan muerto, sino que el contexto editorial del comic es el de una crisis iniciada en 1985 y aún no resuelta.

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