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LA URSS SE DESINTEGRA

EE UU pide a sus aliados un gran esfuerzo económico para evitar la anarquía

Antonio Caño

El Gobierno norteamericano ha iniciado contactos con sus principales aliados para la organización de la conferencia internacional de ayuda a la Unión Soviética, pero los principales detalles de esa reunión, como el nivel de las delegaciones o el orden del día, son todavía desconocidos. Lo que sí está decidido es que Washington pedirá a las principales potencias industriales un gran esfuerzo económico para evitar la anarquía en la Comunidad de Estados Independientes (CEI, ex Unión Soviética). Tampoco la fecha de la conferencia, propuesta el jueves por el secretario de Estado, James Baker, está decidida, aunque deberá celebrarse después de que el presidente Bush regrese el día 11 de enero de su gira por Asia.

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Funcionarios del Departamento de Estado han adelantado tan sólo algunas ideas sobre los planes norteamericanos, que no pretenden sólo coordinar la ayuda alimenticia urgente que las repúblicas soviéticas necesitan para pasar el invierno, sino organizar la etapa del poscomunismo en la URSS, tanto en lo que se refiere a la consolidación de regímenes democráticos como en cuanto al control de las armas nucleares.El Gobierno norteamericano considera que las necesidades de la Unión Soviética en estos momentos son demasiado grandes como para que un país por sí sólo pueda hacerlas frente. En este sentido, fuentes oficiales han sugerido que, grosso modo, Estados Unidos podría encargarse de las armas nucleares; Europa, de la ayuda económica a la parte occidental de la URSS, y Japón, de la contribución económica para desarrollar los recursos del extremo oriente soviético. A Arabia Saudí, aliada de Estados Unidos en la guerra del Golfo, podría corresponderle algún papel en la gestión de los recursos petrolíferos de la URSS.

Algunas propuestas circulan ya en Washington para que los países europeos se repartan también zonas de la Unión Soviética sobre las que concretar su ayuda. Los países nórdicos, por ejemplo, podrían centrarse en las repúblicas bálticas; los demás Estados de la CE deberían ocupar sus esfuerzos en Ucrania, Bielorrusia y la parte occidental de Rusia, mientras que Japón, Corea del Sur y EE UU se podrían dedicar fundamentalmente a las regiones orientales y a llenar, en general, los vacíos en otras áreas.

Para concretar esos planes, Washington tendrá que vencer las resistencias de Japón, que hasta ahora había sido reticente a involucrarse de lleno en la crisis soviética. Con los países europeos, mucho más decididos a contribuir para solucionar los problemas de la URSS, las diferencias pueden ser más bien de discrepancias de intereses con Washington a medio plazo. En el plazo de dos semanas, Bush ha llamado, tanto a Japón como a Europa, a asumir un mayor protagonismo en el nuevo orden mundial.

El Gobierno norteamericano no parece que tenga problemas en el Congreso para conseguir ayuda para la URSS, ya que la oposición demócrata, cuyas ideas se ven en parte reflejadas en la iniciativa de James Baker, ha reaccionado positivamente a la convocatoria de la conferencia internacional.

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Bush reconoció ayer que la preocupación principal de EE UU es el armamento atómico. "Tenemos. algunos intereses en la reconciliación pacífica", dijo Bush a los periodistas, "pero también tenemos intereses, intereses fundamentales, y responsabilidades con el mundo entero sobre el tema de las armas nucleares".

Washington ha dejado claro que no puede aceptar el nacimiento de nuevos poderes nucleares independientes, algo que ocurriría si las cuatro repúblicas soviéticas que poseen armas atómicas no consiguen poner sus arsenales bajo un mando conjunto.

El secretario de Estado norteamericano está hoy volando con destino a esas cuatro repúblicas con intención, primero, de que todas firmen el Tratado de No Proliferación Nuclear, y, segundo, de encontrar la forma para destruir ese armamento o de ponerlo bajo un control confiable para Estados Unidos.

El Gobierno norteamericano está dispuesto a mandar a la URSS equipos técnicos para que contribuyan a la destrucción o control del armamento nuclear, así como está decidido a importar a los expertos nucleares soviéticos con el fin de evitar que éstos busquen trabajo en Libia, Irak u otros países contrarios a los intereses norteamericanos.

El secretario de Estado lleva también a la URSS un mensaje sobre las condiciones que tienen que cumplir las repúblicas que aspiren a la ayuda occidental. En su discurso del jueves en la Universidad de Princeton advirtió que los Gobiernos que no asuman políticas democráticas, como el de Georgia, se verán excluidos de la asistencia. También advirtió que Occidente estará vigilante para que nadie utilice la ayuda para propósitos diferentes al objetivo que ésta persigue.

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