Cuba
El Grupo de Río se ha felicitado en la reunión de Cartagena de Indias por haber conseguido apuntalar la democracia en América Latina. Guau. A lo mejor quieren decir que se felicitan por haber puesto a civiles en las presidencias de los Gobiernos y porque han conseguido que los militares se salgan de la foto, manteniéndose cómodamente a la sombra, con las manos libres, conservando el status y actuando siempre que les parece.Si es así, es cierto que hay que congratularse. El modelo temo gris para seguir a Dios rogando y con el mazo dando se ha impuesto con éxito en el centro y en el sur. Lástima de la mancha verde oliva de Fidel: rompe la tersura impecable de un continente en el que el porcentaje de desheredados, de genocidios de indígenas, de matanzas de niños mendigos, de clases medias depauperadas y de derechos humanos ultrajados han sido definitivamente desterrados al fondo de un pozo cubierto por un seto de gardenias. Por no hablar de la corrupción y el nepotismo, y de las vinculaciones con el narcotráfico de alguno.
De modo que de los únicos descontentos de quienes se habla es de los de Fídel. Diciendo de paso que no merece gran respeto alguien que ha condenado a su pueblo a no tener otra alternativa informativa que leer el Granma todos los días o escuchar la infame Radio Reloj, es como para morirse de vergüenza enterarse de cómo esos demócratas conectados a Washington por el pulmón del Fondo Monetario Internacional se afanan por integrarse en el nuevo orden mundial apuntándose a entregar la cabeza del barbudo.
Que el Grupo de Río se regocije, pero que no nos haga tragar el sapo de que lo que sus integrantes deciden sobre Cuba surge de sus propias voluntades. Vale con la villanía, pero que no nos impongan la farsa.
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