"La ayuda al Tercer Mundo debe considerar la democracia de estos países", dice el Nobel Soyinka
"Las ayudas al Tercer Mundo deberían tener más en cuenta la realidad democrática de los países a los que van destinadas", sugirió ayer el nigeriano Wole Soyinka, premio Nobel de Literatura en 1986, en aras a un mejor uso de los recursos.Soyinka presentó ayer en Madrid la campaña Cooperar por la supervivencia, que persigue sensibilizar a la sociedad e incrementar hasta el 0,7% del producto interior bruto (PIB) la aportación española al Tercer Mundo.
La aportación actual del Estado español a los países pobres no llega al 0,2% del PIB, casi la misma de Estados Unidos, pero la más baja de la Comunidad Europea. La contribución media de los países más industrializados se sitúa en torno al 0,36% del PIB, si bien hay países, como Noruega (1,10%), Holanda (0,98%) o Dinamarca (0,89%), que superan ampliamente este porcentaje.Incrementar estos recursos hasta el 0,7% del PIB, tal y como recomienda la ONU, es uno de los objetivos de la campana organizada por los movimientos Alimentación y Desarme, Solidaridad Internacional y el Centro de Información y Documentación Internacional de Barcelona. Colaboran en ella la Coordinadora de ONG para el Desarrollo, Cruz Roja, UGT, la Asamblea de Cooperación por la Paz y la Federación Española de Municipios.
Su presentación oficial tendrá lugar hoy de la mano del periodista Iñaki Gabilondo, con la presencia del ex presidente de Tanzania y presidente de la Comisión Sur, Julius Nyerere.
El escritor y dramaturgo Wole Soyinka, presente ayer en el anuncio a los medios de comunicación, es uno de los 120 galardonados con el Premio Nobel que hasta la fecha han suscrito el manifiesto de 1981 en contra del "exterminio por hambre en el mundo". Casi una década después, la situación no ha mejorado.
"Las cosas están peor", llegó a decir el presidente de la campaña, Pablo Osés. Las cifras aportadas ayer hablan de la muerte de 40.000 niños diariamente en el Tercer Mundo; de más de 1.000 millones de individuos viviendo en situación de pobreza absoluta. Y si las previsiones demográficas se cumplen, en 35 años la población mundial llegará a 7.000 millones de personas, de las cuales 4.000 millones serán pobres.
Devolver la pelota
Ante esta perspectiva, Soyinka entendió que, "paradójicamente, la relación entre el mundo desarrollado y los países pobres debe seguir basándose en la defensa egoísta de los intereses de los primeros". Su argumento descansa en la idea de que los problemas de los más pobres terminan haciendo naufragar también a los países industrializados. Por ejemplo, la inmigración en masa y el racismo que se registran en Europa. "Son problemas que ahora sólo afectan a los países desarrollados y resultado de la explotación que durante tantos años ha sufrido el Tercer Mundo. Ahora los polluelos vuelven a su casa a resarcirse", manifestó el Nobel.Los nuevos acuerdos de colaboración deben establecerse, a juicio de Soyinka, "mediante relaciones de igual a igual", pero teniendo en cuenta algunos aspectos que tienen que ver con el aprovechamiento de los recursos. Soyinka denunció que sólo el 20% de la ayuda norteamericana al Tercer Mundo ha llegado a sus destinatarios, "el resto se quedaba en manos de los propios organizadores de los envíos", dijo.
"Otras ayudas sirven para mantener la infraestructura de poder de los países subdesarrollados", añadió. Por todo ello recomendó que se tengan en cuenta tanto la realidad democrática como la capacidad de aprovechamiento de los países beneficiarios de programas de cooperación; que los futuros acuerdos "tengan en consideración las condiciones concretas de cada país para adaptarse a ellos", y finalmente, que se evalúe el tipo de inversión.
"Por ejemplo, la ayuda tecnológica es a veces inadecuada e irrelevante para estos países, pero se siguen gastando grandes cantidades de dinero en ello", comentó.
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