Quejido
Herzog sigue empeñado en contar por dentro pomposas aventuras épicas, esfuerzos humanos colosales. Curioso empeño el de un cineasta que gasta su escasa inventiva en narrar algo sobre lo que no tiene ni idea, salvo adherencias librescas a mansalva: épica de gabinete.Porque si en el cine actual hay alguien incapaz de hacer verdadero cine de aventuras es este plúmbeo alemán, que sigue viviendo de las rentas del espejismo de su Aguirre: película sobrevalorada donde las haya y que no resiste el paso del tiempo, pues hoy no pasa de ser una tremenda aventura en la que su narrador se pierde como una caperucita en un bosque.
Pues bien, Aguirre es gloria pura junto a la colección de estampitas con aire trascendental qué Herzog se suelta en este Grito de piedra, que no pasa de ser un quejido de salón y cartón piedra: todo en ella es impotente y engañoso.
Grito de piedra
Dirección: Werner Herzog. Guión: Hans-Ulrich Klenner y Walter Saxer, sobre una idea de Reinhold Messner. Fotografia: Rainer Klausman. AlemaniaCanadá, 1991. Intérpretes: Vittorio Mezzogiorno, Mathilda May, Stephan Glowacz, Donald Shuterland, Chavela Vargas, Lautaro Murúa. Roxy, Palacio de la Prensa y, en v. /o, Ideal.
Lo malo es que Herzog, buen pescador en ríos revueltos, hace picar a más de un pez incauto en su falso anzuelo.
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