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LA CONFERENCIA DE MADRID

Siria enfrenta su propia intransigencia a la israelí

Ángeles Espinosa

El ministro de Asuntos Exteriores sirio, Faruk al Shara, pintó ayer, ante la Conferencia de Madrid, la imagen de intransigencia que todos temían ya desde antes de su intervención. No hubo de parte siria ningún gesto de flexibilidad hacia Israel. Al Shara destacó todos aquellos aspectos de la reunión que más han molestado a su vecino y enemigo. El ministro culpó directamente a "la intransigencia de Israel" de la situación en la que se encuentra Oriente Próximo.

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El eje de la argumentación siria giró en torno a la imposibilidad de que "la paz coexista con la usurpación de la tierra de otros". Al Shara tenía en mente la tierra palestina, pero sobre todo los altos del Golán, ese bocado de tierra que Israel arrebató a Siria en 1967. La paz exige que "no haya tierra árabe bajo ocupación y que se reconozcan los derechos de los palestinos". Poco antes del discurso, un portavoz sirio había advertido: "No estamos dispuestos a ceder un sólo centímetro de nuestra tierra".Con todo, Al Shara aseguró que su delegación "ha venido a Madrid para lograr una paz justa y global, cargada de reservas inagotables de buena voluntad y determinada a hacer posible que esta conferencia sea un éxito". Pero a esas alturas del discurso ya estaba claro que sirios e israelíes entienden cosas distintas por la palabra paz.

El jefe de la diplomacia siria insistió en el carácter internacional de la convocatoria, la importancia de Europa en el proceso y la presencia de la ONU, todas las espinas que Isaac Shamir ha tenido que obviar para sentarse en la mesa de Madrid y no ser acusado de boicotear el proceso. El primer ministro israelí le escuchaba con atención, pero sin mirarle directamente. Detrás suyo, Benjamín Netanyahu, viceministro de Exteriores, tomaba notas. Poco después acudiría al centro de prensa para rebatir los argumentos sirios y subrayar su propio deseo de paz.

Resoluciones olvidadas

Al Shara no sólo reiteró su apoyo a las resoluciones 242 y 338 de la ONU y al intercambio de paz por territorios, sino que se preguntó por qué no se consideran también otras resoluciones olvidadas como la 476 (contra el establecimiento de la capitalidad de Israel en Jerusalén), la 497 (contra la aplicación de las leyes israelíes en el Golán) o la 425 (sobre la retirada israelí de Líbano).

"Líbano está preocupado ante todo por la liberación total de su territorio, y espera que la búsqueda de la paz total repercuta en ello de forma positiva". Así resumió ayer el ministro libanés de Asuntos Exteriores, Fares Bués, la postura del Gobierno de Beirut ante la Conferencia de Madrid. Recordando en todo momento la ocupación israelí del sur de su país, Bués dijo: "Haremos todo lo posible para que la resolución 425 se aplique, sea cual sea el resultado de esta conferencia". Recién salido de una guerra civil de más de 15 años, Líbano ha acudido a Madrid sin poder esconder su inevitable debilidad y la tutela de Damasco.

Esa resolución conminó al Ejército israelí a evacuar el suelo libanés desde su primera invasión, en 1978. Pero ni en esa oportunidad, ni tras la nueva ocupación, en 1982, la retirada israelí ha sido total. Bués, que convirtió su discurso en un alegato de la unidad nacional, advirtió que el olvido de la ocupación israelí puede convertir a "Líbano sur en el detonante de una nueva guerra". Por ello, insistió en que su Gobierno "pide a Israel que cese toda actividad militar en el sur de su territorio y retire todas sus fuerzas".

Bajo la atenta mirada del secretario de Estado norteamericano, James Baker, Bués reconoció, sin embargo, que "no habrá paz real si no es absoluta, y alcanza a todos los países de la región". A ese respecto, añadió que "Líbano se compromete con la causa árabe, y en especial con la causa del pueblo palestino", pero precisó que Líbano no puede convertirse en una patria alternativa para éste.

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Sobre la firma

Ángeles Espinosa
Analista sobre asuntos del mundo árabe e islámico. Ex corresponsal en Dubái, Teherán, Bagdad, El Cairo y Beirut. Ha escrito 'El tiempo de las mujeres', 'El Reino del Desierto' y 'Días de Guerra'. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense (Madrid) y Máster en Relaciones Internacionales por SAIS (Washington DC).

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