El asesino compasivo
Yo, Pierre Rivière, habiendo degollado a mi madre, a mi hermana y a mi hermano...
Intérpretes: Vicente Díez y Paco Torres. Producción y realización. Deliciosa Royala. Dirección: Manuel Ángel Egea. Teatro Pradillo. Madrid.
Pierre Riviére mató, en junio de 1835, a su madre, a su hermana, a su hermanito; fue condenado a muerte, indultado por lo que parecía su indigencia mental, y él mismo se ahorcó en su celda después de haber escrito unas memorias notablemente claras -al no ser escritor, se expresaba con claridad y sinceridad-; había leído bastante -para su tiempo, para su medio de campesinos acomodados- y la letra le había penetrado más que la vida misma.Sobre esas memorias, y conservando mucho su escritura, está este espectáculo de La Deliciosa Royala: los muñecos en que siempre destaca esta compañía representan el juez, los testigos, el defensor y el fiscal de este juicio; y un pequeno guiñol donde se reconstruye el triple crimen.
Hay un actor solo en escena -no minimizo a quien le ayuda, Paco Torres; pero le ha tocado ser sólo un soporte- que agita los muñecos o mueve las marionetas, finge todas las voces, representa lo que podría ser ese simplón Rivière: este dragomán, truchimán, extraordinario que es Vicente. Díez, que consigue que el monólogo pueda mantener en vilo la situación, junto con el trabajo de dirección de escena de Manuel Ángel Egea que le da la movilidad y el aire suficientes como para que lo que el pobrecillo escribió sea una obra de teatro.
No creo que Egea ni Díez hayan dejado de leer Moi, Pierre Rivière, de Foucault, donde analiza, a la manera estructural, el juicio, la época, los papeles en torno al suceso; pero creo que han seguido más de cerca la propia explicación del asesino, y le han situado algo menos en el punto de la locura. La obra de Foucault es magistral en sí misma, pero no necesariamente fiable.
Defensa
En este trabajo dramático se entiende que la doblez de Rivière al hablar del mandato divino y el castigo de la pecadora, y al fingir una alienación santa, es sólo una forma de prestarse a la defensa para evitar lo peor, aunque se contradice con su deseo de morir antes que terminar su vida en una casa de orates (deseo que cumplió con el suicidio).
Es más creíble la creencia de que mató a su madre por la forma en que ésta torturó a su padre desde que se casaron, y a su hermana porque colaboraba, y por que era mujer, y en la Biblia y en otras lecturas sagradas había encontrado la culpabilidad de la mujer. No digo que no sea locura, pero sí que es otra especie distinta de la que escucha voces divinas.
En todo caso, éste no es lugar ni espacio para discutir el caso, sino para explicar que creo que la versión Vicente Díez-Manuel Ángel Egea me parece a mí muy próxima a la realidad sin querer, naturalmente, ser realista
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