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Copas y porras

Escasos incidentes y ninguna detención en Cáceres en la madrugada del domingo

Tras las copas, las porras. En la madrugada del domingo se reprodujeron los incidentes, esta vez más suaves, contra el adelanto del cierre de los bares en Cáceres. No hubo detenidos, pero sí carrera ante la policía y un sonoro atasco de tráfico entre las cuatro y las cinco de la mañana. Las únicas cabezas rapadas a la vista en la ciudad fueron las de algunos reclutas del CIR allí ubicado.

Tras dos fines de semana de disturbios e incidentes llega la tregua de los días de labor. "La madrugada del sábado que viene, ya veremos si se forma o no", afirma un muchacho a las 5,30 de la madrugada del domingo, cuando el follón acaba determinar. Como él, otros quinientos jóvenes que se habían concentrado en el barrio de La Madrila no quieren que la gobernadora civil, Alicia Izaguirre, ',es gane la partida del trasnoche y les obligue a marchar a casa a las tres de la mañana: Demasiado temprano para Cáceres. Dos semanas de pelea contra la autoridad se han saldado con cerca de treinta personas a disposición judicial. Las cinco últimas, detenidas en la madrugada del sábado, quedaron en libertad horas después. Para los fines de semana próximos está prevista una especial atención policial.

Los propietarios de los pubs de La Madrila han visto menguar sus ingresos, reducidos a una cuarta parte. "Tenían que aplicar este horario en toda España y ya verás como saltaba la gente en todas partes" , apunta uno de los dueños, Nemesio Vivas.

"No tenemos sueño", gritaban los jóvenes concentrados en la plaza Albatros por culpa del abucheado cierre. Este llegó a la hora legal, las tres de la madrugada. Vaso de plástico en mano, entonaban lemas de protesta: "Mucha policía, poca diversión". Algunos golpearon un automóvil que pasaba por allí. A pesar de los rumores, no llegaron los cabezas rapadas.

El incidente ocurrió en el mismo lugar que, la madrugada anterior habían ocupado varias furgonetas de policía antidisturbios. Ahora, los agentes optaban por la discreción, instalados en la retaguardia del barrio de copas. Su ausencia rebajó la tensión.

Sin pelotas

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A las cuatro menos diez, ya acabada la última copa, comenzaron las carreras. Algunas pedradas de los jóvenes, respondidas por la policía primero con alguna pelota de goma y luego sólo con salvas. Un par de contenedores fueron incendiados. El atasco de tráfico estaba servido. Unos automovilistas pitaban porque estaban atrapados; otros, en solidaridad con los jóvenes. Los policías municipales, reconvertidos en antidisturbios con casco, no ordenaban la circulación; los nacionales distribuían porrazos cada tanto y con poca violencia en general. Poco después de las cinco de la madrugada se apagaron los pitidos y cesaron las carreras. El teniente de la policía nacional trataba de disculparse con el periodista Angel Colodro, de El Independiente, que la noche anterior sufrió los rigores de un cacheo y luego presentó denuncia por los hechos, contrarrestada por otra del policía protagonista.

Los jóvenes volvían a casa. Después de los porrazos ni siquiera les quedaba el consuelo de los churros. Como los bares cierran antes, las churrerías cacereñas han retrasado su apertura.

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