Tiempo de sobriedad
Los editores evitan los contratos y anticipos millonarios
Desde la entrada principal hasta el aparcamiento P- 14 se tarda caminando a paso ligero más de media hora. Los pasillos y zaguanes sobrevuelan ya líneas férreas y autopistas. La Feria se dilata pero han disminuido los canapés y otros gastos de representación social. La Buchmesse 91 se ha saldado con un tributo a la prudencia. Tras varios años de contratos y anticipos millonarios, que en ciertos casos condujeron a pérdidas importantes en los grandes grupos (Weinderfiled and Nicholson en Gran Bretaña, con las memorias de Miller), y operaciones de absorción poco rentables (Hachette con Salvat), la moda es volver a ser cabal.
Buena parte de los best sellers actuales, y los que seguirán, llevan en su seno un componente extraliterario dificil de manejar, y los grandes lanzamientos publicitarios, los costes de amplias tiradas, han conducido a situaciones tambaleantes.Estados Unidos es el paradigma del género multimedia. Basta contemplar su pabellón para descubrir la gran máquina de interacción -que conquista el mundo o salta en pedazos- entre el libro, el vídeo, el disco, el telefilme o la película, según el grado de acierto.
¿Nuevas tendencias? La corriente más clara es el aflojamiento de la tensión. La narrativa continúa vendiéndose bien, pero ha bajado su fiebre. Los escritores que rompieron la cinta hace unos años, españoles y extranjeros (desde Mendoza, Azúa, Pombo y Marías hasta Barnes, Carey, Ford, Tobias Wolf, Guignard, Amis, Giudece) no encuentran, por el momento, relevos consistentes. Sólo el lanzamiento de fenómenos como los Leavitt y Easton Ellis, desde Estados Unidos, son la excepción internacional a la tónica.
En cuanto al ensayo, establecido en su relativa hibernación, el diagnóstico es, a su escala, parecido. Los que más -remueven la escena siguen siendo franceses (Lipovetsky, Finkielkraut, Brückner, Levy, Baudrillard) o italianos (Eco, Arbasino, Vattimo, Calabrese, Alberoni), que actúan como intérpretes de la actualidad inmediata.
Ensayistas, británicos
A su lado, sin embargo, han comenzado a cundir ensayistas británicos corno Fredric Jameson (La lógica cultural del capitalismo tardío), alineado con la vertiente francesa, u otros, como Simon Schama, autor de Citizens, que cultiva con excelencia literaria (es escritor a su vez de novelas) el ensayo histórico. Un género éste que ya convirtió en best seller la obra del italiano Luciano de Crescenzo (autor de la novela Helena, Helena, amore mío), y por el que apuesta la prestigiosa editorial Laterza con títulos como El hombre barroco, La mujer del renacimiento o La historia urbanística del medievo.
La demanda de conocimiento histórico en el público lector parece corresponderse con el deseo de explicación total que mueve hacia la creciente compra de divulgación cientifíca. En el caso de la historia, grupos editoriales europeos, que publicaron La historia de la vida privada, siguen concitándose para elaborar proyectos conjuntos.
Tras la reciente Historia de los europeos (Bertelsmann, Aguilar, Hachette, etcétera), actualmente en fase de reconversión para niños (promovida por Hachette y en manos de Santillana para España), se prepara una gran obra sobre la Historia artística de Europa, dirigida por Jorge Dubby, con participación de Laterza, Seuil y Cátedra, entre otras empresas.
Y también, en su primera fase colaborando la Unesco, se encuentra la redacción de una Historia de la literatura europea, en la que trabajarán, con el auspicio de Hachette, profesores de todo el continente.
Prácticamente todos los editores, nacionales e internacionales, coinciden en que el mercado infantil, nutrido masivamente durante una década, ha tocado techo. Los niños se encuentran ya empapuzados. En cuanto a los padres, la línea blanca sobre alimentación, decoración, floricultura, pequeños manuales sobre qué es esto o aquello y, ante todo, aquellos otros sobre cómo mejorar la personalidad y superarse a sí mismo, parecen encontrarse en condiciones de progreso.
La expansión de la literatura sobre temas de informática y la emergencia de diccionarios con soporte electrónico son otras novedades de esta Buchmesse de 1991, que cada vez con más intensidad se plantea la búsqueda de nuevas vías para sostener el negocio.
Lo audiovisual de un lado y la progresiva incorporación al mercado editorial de Canadá y Australia han acentuado las dificultades de las empresas británicas, las más afectadas por la relativa crisis del panorama editorial. España, por su parte, respecto a América Latina vende cada vez más los fotolitos de las obras y no los libros terminados. El papel y la impresión se aporta en Argentina, México o Perú, en condiciones más económicas, y por editoriales más o menos asociadas a las españolas.
Menos invitaciones
Tiempo, pues, de tanteo. Aun los conglomerados más sólidos, como BerteIsmann, redujo en 600 las invitaciones para su cóctel de este año en el hotel Francfurter Hof. Y Presse dela Cité suprimió por completo el ágape de referencia proverbial que ofrecía en anteriores ediciones. En el conjunto, los editores españoles, sin embargo, aparecían moderadamente risueños y beneficiados por la promoción de España en el ferial.
Ojalá no se trate de una risa tonta. Cada uno ha padecido la regresión del mercado interior durante este año y nadie indica una pronta Corrección de esa deriva. Tiempo, pues, de sobriedad y cuidados. Menos canapés, menos copas. Frankfurt 91 ha corroborado que tampoco se atan los perros con sus salchichas.
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