Un libro que acusa de explotación al Banco Fuji se agota en Japón
Los cajeros de algunas sucursales del Banco Fuji, tocados con diademas guerreras, entonan alegres el Cara al Sol Naciente con la cinta nueva mientras clasifican los yenes y se cortan las venas para jurar en sangre su incondicional vallasaje a la entidad. Akio Koiso, un empleado con 30 años de antigüedad en el banco, ha escrito un libro titulado La historia de un hombre de¡ Banco Fuji, donde se califican de "fascistas" estos y otros métodos promovidos por la dirección para multiplicar la productividad de la plantilla.
El libro, cuyos primeros 5.000 ejemplares se han agotado, relata también las amarguras de los empleados anónimos que sin la vocación de los nuevos samuráis con manguitos trabajan más de 100 horas extraordinarias al mes y únicamente yueden reclamar 20. "Nos encargan objetivos que no podemos alcanzar aunque trabajemos todos los días hasta las diez de la noche y visitemos 30 domicilios", dice el autor al referirse a los planes de captación de clientes y depósitos del Fuji, cuarto banco más importante de Japón e implicado en el escándalo bursátil de este verano.Los fines de semana son frecuentemente ignorados y muchos esponsales han debido retrasarse al coincidir su celebración con la apertura de una nueva cartilla o la entrega de un informe. Koiso, de 49 años, sindicalista activo durante sus primeros tiempos de empleado, dice que los cruentos e infantiles compromisos de lealtad extrema son más frecuentes en las sucursales. Cuando el amor bancario se hace insoportable, cosa frecuente, los juramentados recurren al hit parade del Ejército japonés en la II Guerra Mundial, que atesora entrañables coplillas. Entre expediente y balance, los sirvientes de Fuffl desgranan himnos militares que hace medio siglo corearon los expedicionarios nipones en el sureste asiático.
A semejanza de los brindis efectuados por los generales japoneses antes de una ofensiva de envergadura, el presidente del Fuji y los directores de departamento comparten una botella de sake en tazas de madera antes de lanzar una operación especial al mercado. La ceremonia se repite entre los subalternos de las sucursales, donde todos levantan la taza sin rechistar, según el libro.
En su despiadada crítica del sistema de trabajo, Akio Koiso afirma que una presión laboral creciente en los últimos 30 años ha provocado el aumento del número suicidios hasta tres en un mismo año y los divorcios entre los empleados. Minoru Nakamura, director de un departamento de coordinación, detenido en un fraude de 5.000 millones de yenes y falsos depósitos, manifestó que la obsesión por los beneficios fue una de las principales razones de su delito. "Desde 1979 y diariamente, la central de Fuji bombardeaba con télex mi departamento afirmando: 'El Banco Sumintomo -el tercero de Japón- nos está ganando. El Sumintomo nos está ganando...'. Un día decidí demostrarles que yo también era eficiente".
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