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Fidel Castro acompaña a Fraga en todos los actos importantes de la visita

El líder cubano, Fidel Castro, está proporcionando a Manuel Fraga en La Habana la visita de Estado a un país extranjero que al presidente gallego le faltaba en su biografía política. Desde hace tres días no hay una ocasión importante en la que Fraga no tenga a su lado, pese a no estar previsto en el protocolo, al comandante. El propio Castro ha comentado a los periodistas que su presencia en los actos es un reconocimiento "a la capacidad de Manuel Fraga".

Las diferencias ideológicas, como ha reconocido el presidente gallego, han pasado a ser secundarias y Fraga supone para los cubanos no sólo el representante de una comunidad española con raíces en la isla, sino el representante de un Estado con extraordinarios vínculos con Cuba.El presidente de la Xunta parece otro en La Habana. Es discreto en sus intervenciones, sigue con prudencia los gestos teatrales de Castro, conversa con él como si fuesen paisanos y viejos amigos, disfruta de los manjares y de los vinos que estos días abundan por las salas de protocolo y llora cuando se enfrenta a las historias personales de esos gallegos que optaron por quedarse en la isla tras la revolución.

Fraga ha querido ser en Cuba, pese al sofocante calor del trópico, el mismo de siempre y lo primero que dijo al llegar al aeropuerto José Martí, con varias horas de retraso, fue que había que cumplir el programa tal como estaba previsto.

El programa, quizá el más rico en actividades que jamás se ha visto en estas tierras, le permitió dormir sólo dos horas la primera noche. El propio Castro lo reconoció: "Estuve con él hasta las cuatro de la madrugada. Y hubo un momento en que me di cuenta de que este hombre estaba cansado y llevaba sobre sí un largo viaje. Por eso me fui".

Cuando el reloj marcaba el miércoles las diez de la noche, Fraga cayó rendido al comienzo de un acto de danzas rituales africanas con que le obsequiaron las autoridades de la localidad de Guanabacoa. Ni los tambores ni los cantos de una vieja santera negra impidieron que el presidente de la Xunta cayese en constantes cabezadas.

Primero en el aeropuerto, luego en el Palacio de la Revolución y por último en una queimada, Castro no ha dejado solo a Fraga en los días que lleva en la isla. Queda la incertidumbre de si el comandante acudirá a la recepción que ofrece la Embajada de España en La Habana, prevista para esta madrugada, hora española. La presencia o no de Castro en la misión diplomática se interpreta como un termómetro del estado de relaciones del régimen de La Habana con España. De momento, Castro tiene asegurado que no será recibido por el encargado de negocios, Javier Rupérez, sino por el propio embajador, Gumersindo Rico, quien, sobre la marcha y siguiendo instrucciones de Exteriores, se ha incorporado a su puesto tras unas largas vacaciones.

Antes de esa recepción, Fraga visitó la sede diplomática española y conversó con el embajador. Gumersindo Rico declaró después que las relaciones "hispanocubanas" son normales y que el trato especial concedido por Castro a Fraga "es el que se merece" el presidente gallego.

Fraga dedicó otra parte de la jornada de ayer a contactos con la jerarquía eclesiástica de La Habana y conversó 90 minutos con el nuncio de la Santa Sede, monseñor Faustino Sáenz Muñoz.

[Por su parte, los diputados del PP mantienen actitudes dispares sobre el viaje de Fraga, informa Efe. Mientras el vicesecretario general, Javier Arenas, y el portavoz del Grupo Popular, Rodrigo Rato, muestran su comprensión con la visita, otros diputados que pidieron no ser identificados se mostraron preocupados por las consecuencias del viaje].

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