Esencias

Domecq / Romero, Aparicio, Vidrié, Sara

Toros de Juan Pedro Domecq, pequeños, justitos de fuerzas, cómodos. 5º y 6º, flojos 1º, muy noble. Rejones, Martín Arranz, manejable; Jandilla, uno manso y otro con casta. Curro Romero: pinchazo en la paletilla, bajonazo (oreja); estocada caída, dos descabellos (salida al tercio). Julio Aparicio: pinchazo, estocada caída (salida al tercio); estocada atravesada (oreja). Marié Sara: rejón caído (oreja). Manuel Vidrié: metisaca, rejón caído (dos orejas). Sara y Vidrié, por colleras: pinchazo, rejón caído (salida a tercio). Plaza de Nimes, 21 de septiembre. Quinta de feria de la Vendimia. Casi lleno.

Las Arenas de Nimes parecían la Maestranza. No faltaba ni el calurón pero, sobre todo, era que Curro y Aparicio, en el ruedo, llenaban el aire de esencias toreras. El Faraón tiene un año ganoso y aprovechó el toro más noble de la corrida para escanciar su sandunguería y empaque. En todo momento se acopló al recorrido del toro, como homenajeándole y compartiendo con él las cosas. Como no hay amor perfecto, al matar le degolló, y aunque por ello no faltaba razón a quienes protestaban la oreja, lo cierto es que Curro reinaba ya en Nimes.

Su segundo parecía que iba a achucharle de salida, pero Curro, sin perder la gracia, le envolvió a tironcitos llevando el capote muy bajo, y le puso así en los medios. El bicho era flojeras y se caía, pero entre caída y caída Curro supo darle algún derechazo espléndido y sobre todo tres grandes ayudados por bajo.

Julio Aparicio vino dispuesto a dejar claro que Curro será Curro pero que llamarse Aparicio también importante. Lanceó largo en el primero, y en la muleta ahondó dos de pecho de toda consideración. Tras tres ayudados a media altura, lo intenté, por naturales y, aunque el toro no tenía fuerzas para pasar mucho, exhibió elegencia y dominio. Pero la apoteosis llegó en su segundo, que brindó a Curro: con el capote, lo recibió quietísimo en tablas y se le fue sacando con excelsas verónicas trazadas a media altura: en el último tercio, ayudados enjundiosos, derechazos haciendo crujir la caera y, con la zurda, buena tanda. El torero iba a más, obligaba siempre a su enemigo y, relajadamente, acabó en maestro con tres pases muy en corto. Dejó una atravesada, pero entrando con franqueza, y triunfó.

En rejones, tomaba la alternativa la parisina Marie Sara, de 27 años, y lo hizo de la mano de la legendaria Conchita Cintrón, reina de los años cuarenta y cincuenta. Marie Sara, ante un toro manejable de Martín Arranz, mostró importante cualidades en la doma de sus monturas y, si bien clavando no redondeó, es conjeturable que por presencia y ánimo puede traer aire fresco. El veterano Manuel Vidrié, con un manso de Jandilla, estuvo seguro y brilló, menos con los pares a dos manos, y cortó apéndices. Ambos rejoneadores lidiaron con solvencia otro jandilla, encastado, en la fea especialidad de colleras.