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35ª CORRIDA GOYESCA

Un hermoso ballet

Que el toreo tiene algo de ballet es indudable. Es un fenómeno que, desde el punto de vista estético, se puede entroncar, sin esfuerzo, en las áreas del ritmo, de la cadencia y del sentimiento. Pero el toreo es mucho más que ballet. Es riesgo, es hondura, es, sobre todo, dominio de la fiera.Julio Aparicio, que está dotado de una gracia especial y que tiene, además, la rara virtud de improvisar en la cara del toro, realizó en su primero una alada faena de muleta, en donde estuvo presente el garbo, la inspiración, el ritmo y la cadencia. Faltó, sin embargo, la hondura, la emoción del riesgo y el mando sobre el toro. Faltó ajuste y entrega.

Sin embargo, Aparicio encandiló al público, lo cual es comprensible, y desde luego tiene mérito cortar dos orejas con una faena tan enjoyada pero tan superficial. Fue un hermoso ballet. Eso no está desde luego al alcance de cualquiera, pero Aparicio tiene gracia por arrobas. Lo malo es que también sabe torear con hondura y se prodiga poco.

Buendía / Manzanares, Martín, Aparicio

Toros de Joaquín Buendía, bien presentados, excepto 6% terciado, manejables. José María Manzanares: media delantera y tres descabellos (pitos); pinchazo y estocada caída (pitos). Pepe Luis Martín: dos pinchazos sin soltar y descabello (vuelta); estocada caída (dos orejas). Julio Aparicio: estocada (dos orejas); estocada caída (algunos pitos). Martín y Aparicio salieron a hombros.Plaza de la Real Maestranza de Ronda, 7 de septiembre. Lleno.

Cautela

Al sexto, no quiso ni verlo. El toro, distraído y descastado, exigía taparle el mundo, cosa que Aparicio no hizo. Lo aliñó con excesiva cautela.Pepe Luis Martín no podía, tras las dos orejas de Aparicio, irse de vacío. Y también consiguió cortarlas. Una parte del premio correspondió al esfuerzo del torero y el resto a la benevolenc ' ¡a del público. El toro, nada boyante, gazapeaba y resultaba dificil ligarle.

Martín, desde luego, salvo en tres naturales, no se los ligó. No se acopló con el toro en los redondos, y generalmente, tenía que marcharse antes de rematarlos.. Caldeó a sus paisanos en la parte final de su quehacer, con un molinete por cada lado y unas ajustadas manoletinas. Fue una faena larga y de aislados muletazos de buena factura. En todo momento faltó el hilván.

Más enjudia tuvo su faena al segundo. Especialmente toreros fueron los muletazos iniciales: un trincherazo, uno de la firma y el de pecho, todos con gran temple y sentimiento. Las series de naturales fueron desiguales. Brilló más en los ayudados por alto, el molinete y el afarolado. La espada frustró el epílogo triunfal.

La actuación de Manzanares no fue de ballet si no de baile con chimpún. No tuvo en ninguno de sus dos toros un momento de quietud, de confianza.

Sin arriesgar

Qué enojoso debe ser vestirse de torero cuando no se está dispuesto a asentar las zapatillas en la arena. Su primero tenía poca fuerza, aunque no se cayó, y corta trayectoria. El toro valía poco, pero desde luego no estuvo el de Alicante por encima de él.La misma desconfianza acusó en el cuarto, que tampoco era boyante, pero que, consintiéndole, hubiera dado juego. No arriesgó Manzanares ni un alamar.

Le dio varios naturales con temple, pero estirando la figura cuando había pasado la cabeza. Tampoco estuvo por encima de su enemigo.

La corrida goyesca, que celebró el sábado su 35ª edición, tiene en la afición un especial atractivo. Las entradas se habían agotado hacía varios días. El artífice de la continuidad del tradicional festejo, el maestro Antonio Ordóñez, cumple este año el 40º aniversario de su alternativa.

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