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Estados Unidos 'versus' Noriega

La maquinaria judicial intenta destrozar el futuro del tiranuelo panameño

Antonio Caño

El destino del hombre de un barrio pobre de Panamá que llegó a ser el tiranuelo de una pequeña república centro americana se decide desde ayer en la histórica Sala Central del Tribunal Federal de Miami, donde todo el aparato judicial de la primera potencia del mundo intentará probar las 12 acusaciones de narcotráfico que pesan sobre Manuel Antonio Noriega Morena y conseguir para él una condena de 145 años de cárcel.

En un país acostumbrado a transformar los juicios en espectáculo, éste tiene todas las características para convertirse en el proceso del siglo: una truculenta trama de espionaje internacional que afecta al tráfico de drogas, a las actividades de la CIA en América Latina, al mundo de las finanzas, al escándalo del Banco de Crédito y Comercio Internacional y, eventualmente, al propio presidente George Bush, que conoció a Noriega en sus anteriores cargos de vicepresidente y de director de la central de inteligencia norteamericana.¿Cuánto sabe Noriega de la Contra, del Irangate, de la participación de Fidel Castro en el narcotráfico? ¿Qué sabe de Pablo Escobar, de sus negocios, de su penetración en Estados Unidos? ¿A qué compromisos llegó con políticos en Francia, en Alemania, en el Reino Unido, en Colombia, en Japón, en España? Muchas de estas preguntas pueden encontrar respuesta en un juicio que se prolongará varios meses. O quizá, dada la imprevisibilidad del personaje, no haya contestación a ninguna; tal vez Noriega sea en realidad un don nadie que fue utilizado como una marioneta por intereses diversos y oscuros.

Como en las buenas películas, el juicio empezó ayer, presidido por el juez William Hoeveler, con dos de los principales testigos desaparecidos: Boris Olarte Morales, que se cree que es la persona que entregó a Noriega en 1984 cuatro millones de dólares como pago por su colaboración con el cartel de Medellín, fue autorizado hace algunas semanas a salir de Estados Unidos con destino a Colombia y se duda que regrese; Ramón Arturo Navarro, un ex traficante arrepentido, murió en un accidente de tráfico.

La gran función comienza, además, con enormes dudas sobre la capacidad del jurado para emitir un veredicto imparcial sobre un acusado cuya trayectoria personal y política ha sido objeto de una atención destacada en Estados Unidos en los últimos años.

En el cuestionario que se envió a más de 1.200 personas para la selección de los 12 hombres sin piedad, una de ellas respondió que lo que habría que hacer con Noriega es devolverlo a Panamá para colgarle.

El juicio tiene también trascendencia por tratarse de la primera vez que un dirigente extranjero es procesado en Estados Unidos utilizando una ley de 1886 que permite a la justicia norteamericana el secuestro de acusados que vivan fuera del país. Ferdinand Marcos podría haberse sentado en el mismo banquillo que Noriega, pero murió antes.

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Para la captura de Noriega, el presidente Bush ordenó el 20 de diciembre de 1989 la invasión de Panamá por más de 20.000 soldados norteamericanos, a los que el entonces hombre fuerte panameño se entregó el 3 de enero de 1990, después de haber pasado 10 días refugiado en la representación diplomática del Vaticano en la capital panameña.

El preso 41.586

Noriega llegó a Miami, atado de Pies y manos, el 4 de enero, para convertirse en el preso número 41.586. En el Metropolitan Correctional Centre, Noriega recibió tratamiento de prisionero de guerra, por lo que, de acuerdo con la Convención de Ginebra, se le asignó una paga de 80 francos suizos al mes y se le concedió derecho a un celda con dos habitaciones desde la que el ex dirigente panameño podía comunicarse por teléfono o por fax con sus amigos en Panamá y con sus asesores religiosos en todo el mundo. La revista Time afirma que pasa su tiempo leyendo los documentos secretos que le consigue su abogado, Frank Rubino, siguiendo los culebrones de la televisión y comiendo galletas Oreos, su alimento preferido.La celebración del juicio desmiente a los escépticos, que creían que Estados Unidos nunca se atrevería a procesar a Noriega por temor a las implicaciones que sus declaraciones podrían tener en la política interna norteamericana.

El principal testimonio contra Noriega que se conoce por el momento es el del ex embajador panameño en Washington Ricardo Bilonick, que parece decidido a declararse responsable de la entrega a Noriega de 10 millones de dólares como pago de servicios prestados al cartel de Medellín. El piloto Floyd Carlton Cáceres, que condujo varios cargamentos de cocaína de Medellín a Estados Unidos con escala en Panamá, también declarará contra el general. En total, seis de los 15 detenidos como sus cómplices, entre ellos el teniente coronel Luis del Cid que mandaba en Panamá uno de los principales destacamentos militares de las ex Fuerzas de Defensa, han accedido a colaborar con las autoridades norteamericanas a cambio de la reducción de sus penas y de dinero.

Frente a todas esas acusaciones, es todavía una incógnita la estrategia que utilizará Noriega para su defensa. Hasta ahora, el abogado Frank Rubino ha trataido de recordar a la opinión pública norteamericana que Noriega fue en todo momento un hombre al servicio de los intereses y de los servicios de espionaje de Estados Unidos, principalmente en ]a ayuda a la Contra nicaragüense, para lo que, según Rubino, contaba con un fondo de 11 millones de dólares de la CIA.

La defensa, tratará de demostrar que todo lo que Noriega hizo en contra de la ley, incluidas sus conexiones con el cartel de Medellín, lo era con conocimiento de los departamentos de la Administración norteamericana.

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