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Una orejita y gracias

La tarde no fue muy brillante, que digamos, y el resultado de una orejita es la muestra a la que nos podemos remitir. Y si hay que buscar responsabilidades o disculpas, deberemos investigar tanto al ganado como a los toreros. Aunque, en fin, quizá lo peor fue el ganado.El que puso algo de ambición y, consiguió mejores resultados fue el espada de Valladolid. David Luguillano intervino en quites con desigual fortuna en diferentes momentos, saludó a sus toros con lances hasta los medios, saliéndole alguno estimable, y en sus dos faenas, voluntad nunca le faltó.

En su primero se dobló con torería para someterlo, y después de recibir un pitonazo lanzado al cuello cuando toreaba en redondo, se salió a los medios y toreó al natural con enjundia y desigual limpieza, terminando con un tres-en-uno, que le quedó artístico y templado. Y en su segundo porfió con el mansazo, exprimiendo algún natural de mano baja. Había brindado a las peñas y a su calor cortó una. oreja.

Peñajara / Manzanares, Ojeda, Luguillano

Toros de Peñajara (dos rechazados en el reconocimiento), bien presentados, mansos y de juego clesigual. Dos de Marcos Núñez, 2º devuelto por inválido y 3º terciado y cómodo. Sobrero (corrido en 5º lugar) de El Pizarral, anovillado y astigordo. José Mari Manzanares: pinchazo, media y descabello (silencio); pinchazo y otro hondo (silencio). Paco Ojeda: pinchazo hondo (ovación); pinchazo y media baja (silencio). Elavid Luguillano: pinchazo, otro hondo y tres descabellos (ovación); estocada cada (oreja). Plaza de Alcalá de Henares, 30 de agosto. Segunda corrida de feria. Tres cuarto; de entrada.

Paco Ojeda manejó el capote en su primero con buen juego de brazos; se trataba de un castaño de Peñajara que corrió turno y salió por el de Núñez devuelto al corral. Y con la muleta aprovechó las primeras embestidas decentes para torear bien en redondo sin acabar de cruzarse del todo. Fue a menos el castaño e intentó su toreó de parón, que no pudo ser. En el quinto hizo un esfuerzo; ayudándose con el estoque toreó al natural sin parar los piés, con cierto interés, pero sin terminar de doblegar la aspereza del toro

De José Mari Manzanares, poco. Un quite por chicuelinas, el del perdón, en el sexto -que correspondía a Luguillano-, y que parte del público le protestó. Y con la muleta, en sus dos toros salió como aburrido desde un principio. Nunca estuvo ni una pizca a gusto. Fue una labor fría y monótona, que a penas transcendió.

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