_
_
_
_

La tauromaquia pelmaza

Toda la vida, desde que hay fiesta, hubo corridas de toros buenas y corridas de toros malos. Para ser sinceros y decirlo con propiedad: toda la vida hubo muchas más corridas de toros malas que buenas. Y nadie se aburría. Con las corridas buenas, claro, la gente se sentía en la gloria, pero las malas le interesaban casi tanto pues había siempre lidia argumentada y emocionante. De unos años a esta parte, sin embargo, las figuras del toreo interpretan una tauromaquia pelmaza, con lo cual han conseguido que la mayor parte de las corridas sean un aburrimiento mortal; las malas desde luego y gran parte de las buenas también.Corridas en las que no sucede absolutamente nada, salvo el aburrimiento; corridas en las que nadie tiene la feliz ocurrencia de ponerse a torear; corridas en las que no hay ni toros para dar un cierto sentido a lo que llamamos tauromaquia. Y así fue en la plaza de Colmenar ayer. Los animalitos que salieron por los chiqueros, terciados, escasos de cuerna, flojuchos, no se comían a nadie, naturalmente, y hasta hubo uno con aspecto famélico y cara de becerro, que daba lástima verle allí, tan tiernecillo, metido en corrida de toros. Bueno, pues ni a ese, ni a ninguno, les supo nadie hacer el toreo.

Camacho / Domínguez, Camino, Aparicio

Cinco toros de Mari Carmen Camacho (uno fue rechazado en el reconocimiento), terciados; 4º impresentable; varios sospechosos de pitones; lo inválido, resto flojos; manejables. 6º de El Torreón, dterciado, despuntado, manso. Rooberto Domínguez: estocada trasera ladeada (silencio); bajonazo escandaloso (pitos). Rafael Camino: estocada corta (aplausos y también pitos cuando sale a saludar); tres pinchazos y estocada corta trasera (silencio). Julio Aparicio: bajonazo escandaloso y dos descabellos (silencio); media estocada baja y rueda de peones (protestas). Plaza de Colmenar Viejo, 29 de agosto. Sexta corrida de feria. Tres cuartos largos de entrada.

Los espadas se ponían a pegar pases, no siguiendo los cánones de la escuela rondeña, ni de la sevillana, sino los de la tauromaquia pelmaza, que parece inventada por esquimales. A lo mejor la han inventado los esquimales. Roberto Domínguez, mucha ostentación de pinturería, muchas miradas analíticas al toro, no dio ni un pase completo, menos aún ligado; al pobre animalito famélico lo abatió de una horrible cuchillada en un costado que provocó repugnante vómito, y el público colmenareño rechazó semejantes formas, quizá con asombro del propio autor, pues por los mismos pases y el mismo sartenazo le llaman maestro en otros pagos. Rafael Camino muleteó afanoso y destemplado al segundo, desaprovechando su nobleza, y ya son demasiadas las veces que deja escapar la oportunidad de hacer el toreo bueno. El quinto, en cambio, acabó hecho un marmolillo, y le estuvo citando tesoneramente.

Julio Aparicio no milita en la tauromaquia pelmaza, lo cual es muy de agradecer; simplemente, torea, o no torea. Y en la ocasión presente correspondía no torear. Acaso no por falta de ganas. Al tercero, tardo y probón, le porfió mucho, mientras al sexto, un manso que se recreció en banderillas, le estuvo probando las embestidas sin decidirse a embarcarlas.

El sexto toro iba para cornalón mas no le dejaron serlo. El sexto toro apareció faltándole de cada pitón un palmo, y ya se estaba armando la bronca por este motivo cuando Julio Aparicio echó las rodillas a tierra. ¡Por estas que las echó! No una, sino dos veces. La primera, para dar una larga cambiada; la segunda, para dar un farol. Pero el proyecto de cornalón acudió al farol tan violento, que de poco arrolla al arrojado farolero. Fueron instantes de dramáticas zozobras y hubo un tremendo griterío. Quienes se habían quedado dormidos se despertaron entonces sobresaltados, y cuando vieron a Julio Aparicio arrodillado allí, creyeron que era el fin del mundo. Algunos necesitaron un latigazo de coñá, para reponerse del susto.

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
Recíbelo

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_