Una prueba para Damasco
El joven francés Jerôme Layraud estaba entre los centenares de extranjeros que confiaban en que la fuerte presencia del Ejército sirio en Líbano había puesto punto final a la era de los secuestros.La oscura Organización de Defensa de los Derechos de Prisioneros y Rehenes, que lo secuestró el jueves, horas después de la liberación de John McCarthy, ha demostrado, sin embargo, que a pesar de los esfuerzos de Damasco en Beirut los cazadores de extranjeros actúan con comodidad en Beirut.
Pocas cosas podrían haber causado tanto embarazo en Damasco como el secuestro del francés, el primero en más de dos años. Cuando el Ejército sirio asumió el control del sector musulmán de Beirut en 1987 lo hizo para poner fin al largo reinado de los pistoleros, asesinos y secuestradores. Sólo el secuestro del periodista norteamericano Charles Glass, empañó brevemente la reputación de Damasco.
Los secuestradores de Layraud aparentemente quieren bloquear el proceso de liberación de los otros 11 rehenes occidentales hasta que no se obtenga la libertad de presos árabes en cárceles controladas por Israel, la principal demanda de todas las organizaciones extremistas musulmanas. Si el secuestro fue planeado como un mero recurso teatral, sus autores pueden haber incurrido en un error que podría resultar fatal: la experiencia demuestra que nadie en Líbano puede desafiar a Siria y quedar impune.
Según informes de Beirut, soldados y agentes de todos los servicios secretos de Siria estaban ayer empeñados en encontrar al francés.
El presidente Hafez el Asad es un hombre sumamente astuto y la que menos va a permitir es que un grupo de secuestradores se burle de su plan de seguridad en Líbano. En ese sentido, son altas las posibilidades de que los secuestradores del francés sean desenmascarados y que Damasco, cuyo papel clave en la liberación de rehenes le ha ayudado a deshacerse de su imagen radical, vuelva a anotarse puntos políticos.
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