La abulia de Manzanares
José María Manzanares, que tiene el toreo metido en la cabeza, no parece dispuesto a desarrollar lo que sabe. Que lleve 20 años de alternativa no justifica el salir a la plaza a cubrir el expediente, sin la menor decisión, y con el propósito de no arriesgar un alamar. Seguir en activo en esa actitud -como la que adoptó el martes en Vitoria- significa echar cada tarde un borrón en el papel que la tauromaquia le tiene reservado. No cabe mayor abulia y menos voluntad de triunfo.A sus dos toros los lanceó a la verónica con el paso atrás. Su primero lo toreó sobre ambas manos sin la menor quietud. Tampoco tuvieron sosiego los muletazos. También le faltó decisión con el acero, echándose fuera y señalando en el chaleco. El público de Vitoria, de muy bondadosa condición, se enfadó y lo despidió con sonora bronca y lluvia de almohadillas.
Sepúlveda / Manzanares, Ojeda, Rincón
Cinco toros de Sepúlveda de desigual presentación, blandos y mansurrones, excepto 3º, bravo y 5º, sobrero de Viuda de Alicio Tabernero, encastado. José María Manzanares: dos pinchazos y bajonazo (pitos); dos pinchazos y cuatro descabellos (pitos). Paco Ojeda: tres pinchazos, aviso, metisaca, tres pinchazos, segundo aviso, descabello (algunos pitos); tres pinchazos y descabello (pitos). César Rincón: dos pinchazos y estocada delantera y caída (vuelta); estocada ligeramente caída (palmas).Plaza de Vitoria, 6 de agosto. Segunda corrida de la Fena de la Virgen Blanca. Casi lleno.
Dónde ponerse
El caso de Paco Ojeda es distinto. Ojeda sí pone voluntad, pero en cuanto sus toros no le permiten ponerse en el sitio que le ha hecho rico y famoso, no sabe en qué otro sitio ponerse. Su adaptabilidad es para Ojeda una asignatura pendiente. El de Sanlúcar mostró su afán de agradar al brindar su primero al público. Pero el toro no era para brindis. Humillaba poco y punteaba, por lo que los muletazos no salieron limpios. Alargó innecesariamente la faena, lo que unido a su premiosidad con la espada, motivó que escuchara dos recados.El sobrero, lidiado en quinto lugar por correrse el turno, tenía nada más que una docena de pases, que Ojeda no acertó a dar. Después, el toro encastado se puso difícil y el diestro optó por abreviar con la muleta, pues con la espada tampoco estuvo pronto. También fueron para él parte de las almohadillas.
César Rincón tuvo en el tercero el toro más aprovechable del encierro, y lo aprovechó en una faena más vibrante que artística, en donde, junto a muletazos templados y bien rematados con la mano derecha, hubo también los heterodoxos circulares de espaldas, molinetes en serie, como si esta suerte no fuera de recurso, y los manoseados pases de pecho.
Al sexto, que tenía peligro, le hizo una faena de aliño decorosa, aunque quizá el aliño fue un poco largo. Lo que sí mostró Rincón toda la tarde fue una inequívoca voluntad de triunfo. La antítesis de Manzanares.
Babelia
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