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Boris Yeltsin jura defender como presidente la soberanía de Rusia

Pilar Bonet

El presidente de la URSS, Mijaíl Gorbachov, se hizo portavoz de los intereses de las repúblicas y pueblos de la Unión Soviética ayer en el acto solemne dedicado a la toma de juramento de Borís Yeltsin como primer presidente de Rusia elegido por sufragio universal. En el Palacio de Congresos del Kremlin, un auditorio con capacidad para 5.000 personas, Borís Yeltsin recitó con la mano puesta sobre el corazón un breve juramento, por el cual se compromete a defender la soberanía de la Federación Rusa y las libertades y derechos de sus ciudadanos.

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La ceremonia, que se celebraba inmediatamente antes de inaugurarse la quinta sesión del Congreso de los Diputados de la Federación Rusa (superparlamento ruso), reunió a numerosísimos invitados en un aforo del cual había desaparecido el rostro de Lenin que habitualmente lo adorna. En lugar del fundador del Estado soviético, se había colocado en el escenario una bandera de la Federación Rusa y un telón semi transparente, detrás del cual una orquesta militar en traje de gala y un coro mixto interpretaron el himno nacional ruso, obra de Glimka.Tras prestar juramento y ser bendecido por el patriarca de la Iglesia ortodoxa rusa, Alexéi II, Borís Yeltsin pronunció un breve discurso en el que prometió trabajar por el "renacimiento de Rusia". Yeltsin se refirió al "trágico final" de los grandes experimentos sociales realizados en Rusia y afirmó que "la época en la cual el pueblo callaba está pasando definitivamente a la historia". Subrayó el compromiso que le unía con el pueblo que le había elegido (alrededor de un 57% del electorado ruso) y aseguró que el presidente de Rusia no es ni Dios ni un nuevo monarca ni un mago todopoderoso que pueda solucionar todos los problemas.

Apretón de manos

Yeltsin y Gorbachov concluyeron el acto solemne dándose un largo apretón de manos y descendiendo conjuntamente del escenario. Sin embargo, ni uno ni otro político pudieron evitar veladas alusiones críticas mutuas.

Yeltsin manifestó que la experiencia de la Unión Soviética e internacional mostraba que los fracasos son inevitables "cuando falta decisión para actuar, asumir un riesgo justificado, cuando uno se limita a adoptar medidas a medias y se para a mitad del camino". "La vida ha mostrado que este enfoque es inaceptable hoy", señaló el líder ruso. La "reforma radical", agregó, es la esencia de la política presidencial.

Gorbachov, que fue el último en pronunciar su discurso, adoptó un tono prosaico, que algunos consideraron inadecuado a la solemnidad de la que se había revestido el acto, pero al mismo tiempo el presidente de la Unión Soviética introdujo la noción de otros pueblos en un acto muy centrado en la glorificación de Rusia.

El presidente de la URSS comenzó en un tono que pretendía ser informal, refiriéndose a quienes consideran que "no hay nada de especial en la aparición de otro presidente en el país". Gorbachov manifestó que la elección del presidente de Rusia es un, acontecimiento importante" no sólo para esta república, sino para toda "nuestra patria plurinacional", teniendo en cuenta el papel y la responsabilidad de Rusia en la Unión Soviética.

La institución presidencial en Rusia es un "resultado lógico de las transformaciones democráticas que suceden en el cauce de la perestroika y de la reforma política y legal", señaló Gorbachov.

El líder soviético deseó a Yeltsin "éxitos en los asuntos concretos que determinarán el avance de la Federación Rusa, todas las repúblicas y regiones que pertenecen a ella". Gorbachov mencionó el proceso de consenso entre nueve repúblicas soviéticas partidarias de rirmar el Tratado de la Unión y manifestó que se necesitaba el acuerdo de todas las fuerzas patrióticas.

"Como presidente del país estoy por una Federación Rusa democrática, fuerte, unida y moderna". "Una Rusia semejante es necesaria para los pueblos que viven en su territorio, ya que sin ella no se realizará la renovación de nuestro Estado unido plurinacional", dijo el presidente Mijaíl Gorbachov. El líder aseguró que hoy existen los elementos para la salida de la crisis en la URSS, entre ellos, una concepción política, un programa de acción económica, leyes y un enorme potencial material y espiritual.

Diez repúblicas de la Unión Soviética (de un total de 15) han suscrito el programa económico del Gobierno soviético conocido como programa anticrisis, que fue repartido el martes pasado en el Sóviet Supremo de la Unión Soviética. El programa, elaborado por el jefe del Gabinete, Valentín Pávlov, constituye una mezcla de medidas administrativas y reformas hacia el sistema de economía de mercado libre.

La Federación Rusa y Ucrania, las dos repúblicas con mayor peso se han reservado algunas competencias fiscales que les permiten contribuir al presupuesto estatal. Las repúblicas firmantes del acuerdo económico son las nueve que participan en la elaboración del Tratado de la Unión más Armenia.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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