Réplica de Marín
Su corresponsal en Bruselas se ha permitido sugerir la existencia de una polémica entre el Gobierno español y el que suscribe sobre el tema de la cohesión económica y social en la CE. Ante esto, quisiera puntualizar:- En primer lugar, dudo que alguien pueda suponer que yo, como comisario español, pueda oponerme a la cohesión económica y social, cuando precisamente he sido uno de los miembros de la Comisión que más han contribuido a la concepción y a la realización de este principio. Por ello, la base misma de su artículo me resulta incomprensible.
-En segundo lugar, es evidente, por la presentación del artículo, que su corresponsal ha sido objeto de una invitación a escribir, en base a una Filtración interesada que, al parecer, pretende personalizar en mi modesta persona todos los males españoles en la Comunidad. Créame que esto no me inquieta, porque mis opiniones son perfectamente conocidas por él Gobierno y, desde luego, por el propio presidente González.
No puedo decirle nada más. Como creo en la virtud y la necesidad de la discreción, yo no cuento jamás a nadie mis conversaciones con miembros del Gobierno ni, por supuesto, las que tengo con su presidente.
Resulta también sorprendente que un pqriódico tan serio como EL PAÍS, que es el que yo compro y seguiré comprando todos los días, ponga en primera página y en grandes titulares un artículo basado en la interpretación de una transcripción parcial de un acta de la Comisión Europea (equivalente a un acta del Consejo de Ministros), filtrada a su corresponsal junto con otros documentos, y dejando de lado lo que es mi auténtica posicion sobre esta cuestión.
En cuanto al problema de fondo, es decir, mi posición par
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ticular sobre la cohesión económica y social, no es ningún secreto que la Comisión Europea antes de final de año hará una propuesta tendente a resolver esta importante cuestión.
Nuestra estrategia es tan simple como ésta: hay que conseguir inscribir definitivamente en los nuevos tratados la cohesión como un elemento central de la construcción comunitaria y posteriormente desarrollar su contenido en 1992, aprovechando la revisión de los fondos estructurales comunitarios y sus reglamentos financieros.
Naturalmente, todo ello teniendo en cuenta el principio de la "prosperidad relativa" de los Estados miembros, aplicado tan to a los gastos como a los ingresos del presupuesto comunitario.
Esta posición mía es tan conocida en todos los ámbitos de la Comisión y del Gobierno español que resulta increíble que se haya podido concebir este artículo. Y lo es más cuando he tenido la oportunidad de pronunciar varias conferencias públicas sobre esta cuestión sin que se le han dado el carácter de polémica que ustedes han decidido otorgarle en su primera página.
Dicho todo esto, quiero dejar bien claro que es perfectamente lógico y nada anormal que un comisario europeo pueda tener otro punto de vista que el Gobierno de su país de origen. Esto es algo que ocurre todos los días.
El trabajo de los comisarios no consiste en representar a los Estados miembros, sino intentar armonizar los diferentes puntos de vista en el interés de la Comunidad. El Tratado de Roma y los padres fundadores de la CE hicieron de la Comisión una institución a la búsqueda constante de compromisos entre los distintos Estados miembros.
No ser consciente de esta evidencia significa o desconocer totalmente el funcionamiento de las instituciones comunitarias o querer presentarme como la oveja negra de la familia en un momento en que la familia ha decidido cerrar filas.
Por último, cuando la Comisión Europea presente, a través del presidente Delors, nuestra propuesta sobre la cohesión económica y social, sus lectores podrán comprobar que una vez más la Comisión Europea ha cumplido su función de equilibrio entre los diferentes Estados miembros.-
Vicepresidente de la Comisión de las Comunidades Europeas.
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