Muere Lee Remick, a los 55 años,a causa de un cáncer
La actriz fue descubierta por Elia Kazan en 1957
La actriz Lee Remick, una de las estrellas del cine norteamericano de los años sesenta, y que supo superar la etiqueta de guapa, falleció ayer en Los Angeles, a los 55 años, a causa de un cáncer de hígado que le fue detectado hace dos años. La versátil actriz se hizo un nombre por su capacidad de interpretar tanto la inocencia de la juventud como la sensualidad de la mujer hecha. El pasado 29 de abril, una debilitada Lee Remick recibió una estrella en el Paseo de la Fama, que Hollywood reserva a los mejores de los suyos.
Lee Remick inició su carrera como bailarina clásica y después de haber adquirido experiencia en teatro y televisión debutó en el cine a las órdenes de Elia Kazan en A face in the crowd (1957), donde interpretaba a una atractiva y frívola majorette que seducía al protagonista con su explosiva danza de la batuta ardiente. Al año siguiente Martin Ritt le dio el papel de esposa díscola de Tony Franciosa en la adaptación de la obra de Faulkner El largo y cálido verano.Entre 1958 y 1963 Remick rueda sus mejores películas a las órdenes de directores como Otto Preminger, Ella Kazan, Tony Richardson y Blake Edwards. En la memoria permanece su magnífica interpretación de la esposa ninfómana de Ben Gazzara en Anatomía de un asesinato (1959). Preminger supo extraer de ella una increíble carga erótica y un trabajo lleno de matices, con secuencias imborrables como aquella en que refiere a un nervioso James Stewart los detalles de su violación.
Al año siguiente colabora con Kazan en la que probablemente sea una de las mejores películas del director, Trío salvaje, donde Remick interpreta uno de sus personajes más emotivos.
Después de protagonizar Réquiem por una mujer (1961), de nuevo una adaptación de Faulkner, Remick interpreta dos películas de Blake Edwards, Chantaje contra una mujer y Días de vino y rosas. Su excelente interpretación de la esposa alcohólica de Jack Lemmon le proporciona su primera y única nominación al Oscar de su carrera.
Más tarde rodó El precio de la muerte (1963), de Carol Reed; La última tentativa (1965), de Robert Mulligan; La batalla de las colinas del whisky (1965), de John Sturges; o Casta invencible (1971), de Paul Newman.
La decadencia de Lee Remick, como ha dicho Rody Wood, no es culpa suya, sino de un cine cuya obsesión predominante con el mercado Juvenil deja poco espacio para desarrollar personajes significativos de mujeres maduras; aun así, Remick no ha dejado de dar dignidad a sus personajes por muy desagradecidos que éstos fueran.
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