La tentación de Solchaga
El ministro de Economía y Hacienda, Carlos Solchaga, ha mantenido que la armonización del IVA será neutra para España en presión fiscal y precios. Lo que no se sabe es cuándo se conseguirá este objetivo, porque también ha trascendido que este ministerio estudia la posibilidad de adelantar a 1992 parte de un posible acuerdo en la CE.El argumento parece claro. Si el tipo medio del IVA tiene que subir como mínimo del 1.2% al 15% en 1993, mejor es hacerlo poco a poco. Ello tiene sus pros y sus contras, pues cada subida de un punto en el tipo medio del IVA -el que recauda el 70% del impuesto- elevaría los ingresos fiscales en 100.000 millones de pesetas, pero supondría subir un punto la inflación.
La clave está en los alimentos. Si como prevé la propuesta que estudian hoy los ministros comunitarios España puede aplicar hasta 1995 un tipo de entre el 0,5% y el 4,5% a los productos ahora gravados con el 6% -entre ellos los alimentos-, el impacto sobre la recaudación no sería tan importante como sobre los precios.
La razón es que todos los productos gravados al 6% representan en la actualidad un 29% de la recaudación -frente a cerca del 70% que supone el tipo medio- y, sin embargo, los alimentos por sí solos ponderan en el índice de precios al consumo en un 33%.
Todas las posibilidades están abiertas, pero no hay que perder de vista las dificultades presupuestarias con que se enfrenta el Gobierno. Ya este ano el déficit público será muy superior al previsto, como consecuencia de una caída en los ingresos frente a lo presupuestado. Esta herencia, junto con un gasto público que crece imparable, presentan 1992 como "muy delicado" para el presupuesto del Estado, en palabras de un alto cargo de Hacienda.
El problema es que el Gobierno mantiene su política de reducir el déficit público cada año. Un aumento del IVA medio ya en 1992 supondría un alivio para la política presupuestaria y una tentación para el ministro Solchaga.
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