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Crítica:MÚSICA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Una ópera clásica de nuestro siglo

Junto a la representación de Rinaldo, de Haendel, la de Peter Grimes me parece el más alto momento de la presente temporada en el Teatro Lírico Nacional. En ambos casos hemos asistido a verdadero teatro musical, concebido y realizado como tal. Y en las dos ocasiones, el público presente ha respondido con entusiasmo. Otra cosa es la relativa venta de localidades para todas las funciones. Si de algo sirve mi consejo, animaría a cuantos aman la ópera para que no se perdieran este Peter Grimes, gran consecución operística de nuestro siglo.Britten es desigualmente conocido entre nosotros, pues su teatro, de repertorio en otros países, es aquí inhabitual. Las Variaciones, la Ceremonia de villancicos, la Sinfonía de réquiem, la Simple y, alguna vez, las Iluminaciones no son suficientes, ni tampoco el par de títulos presentados por el Liceo de Barcelona.

Peter Grimes

Ópera de Slater, sobre Crabbe, con música de Benjamín Britten. Intérpretes: Jaque Trussel, Nancy Gustafson, Richard Stilwell, Patricia Payne. Director de escena: M. Ashman. Dirección musical: D. Parry. Coro: Ignacio Rodríguez. Escenarios: Robin Don. Figurines: Michael Stennett. Luces: J. Bishop. Títulos superpuestos de la Asociación Amigos de la Opera de Madrid. Orquesta y coros titulares del Teatro Lírico Nacional la Zarzuela.Teatro de la Zarzuela. Madrid, 19 de junio.

Se da el caso curioso de que nuestro público tuvo prontas noticias de Peter Grimes, pues al año siguiente de su estreno mundial, Heinz Unger dirigió a la Orquesta Nacional el Passacaglia, intermedio cuarto de la ópera. La suite que comprende Cuatro interludios marinos la puso en los atriles Eduardo Toldrá en 1957. Pero la obra, de 1945, no llega completa hasta ahora a un escenario madrileño, lo que supone demasiado retardo. Nos compensa, eso sí, la calidad de la representación, gracias al montaje de la Opera Nacional Escocesa, con Milce Ashman como responsable de la escena y David Parry de la parte musical al frente de un reparto excelente, cohesionado, completo y apoyado en unos escenarios de Robin Don, basados en los originales de John Copley, tan sencillos como bellos, y un juego de luces, obra de John Bishop, que se integra con la escena y los pentagramas. Sin él, ese halo poético que ilumina la obra de Britten habría perdido parte de su eficacia.

'El burgo'

Trató el compositor un libreto de Montagu Slater que desarrolla con fidelidad y libertad el poema de George Crabbe (1751-1832), un poeta nacido en Aldebourgh, la ciudad en la que nació y murió Britten, situada en la costa de Suffolk, titulado El burgo (The borough). Quizá sea el pueblo el verdadero protagonista de la narración y de la ópera, que toma el título de la única destacada individualidad que se enfrenta con el sentimiento colectivo desde su condición extremadamente marginal. Pero con el pueblo y Peter Grimes, el viejo y problemático pescador, cuya ambigüedad se mueve entre el delito presunto y la desgarrada soledad, hay un tercer protagonista: el mar. La presencia, tan querida por Britten, del personaje infantil completa el panorama.Trazó Britten una partitura que funciona perfectamente en sus valores teatrales, y para hacer poesía no necesitó estatificar la escena. Si se buscan antecedentes, pueden encontrarse, sin duda, desde Purcell hasta Alban Berg, pero estamos ante un estilo sencillo y complejo, de un eclecticismo resueltamente personal. Salvo recitativos, que prácticamente no existen, el músico hace uso a su manera de todos los elementos históricos en la ópera: números cerrados, cantabilidad melódica, simbiosis entre voces y orquesta, explotación de las posibilidades dramáticas del color instrumental y, por supuesto, penetración en la psicología del protagonista.

Admirable fue la interpretación del tenor Jacque Trussel (Peter Grimes), dueño de los múltiples recursos expresivos que requiere su parte y; con él, la de todos los personajes que no me atrevo a denominar secundarios, pues el protagonismo de la obra es verdaderamente colectivo. Seguro, dominador, creador de ambientes y tensiones, el maestro David Parry, y dignos del más cálido aplauso los coros y la orquesta titulares del teatro de la Zarzuela.

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