La europeización de Finlandia
Los cambios en la URSS y la recesión fuerzan a Helsinki a replantear sus prioridades
Finlandia, país de 338.000 kilómetros cuadrados y sólo cinco millones de habitantes, se debate en la duda de su naturaleza futura. "¿Hacia dónde vamos?" es la pregunta que los finlandeses se hacen, sobre todo la cúpula del poder político, económico y social. La cuestión es tanto más significativa si se relaciona con los cambios en la URSS y, por tanto, en la región del Báltico, próxima a sus fronteras y determinante de su política interior y exterior.
Helsinki ha mantenido una política de cautelosa neutralidad desde su independencia de Moscú, en 1917. El factor URSS, junto a la fuerte recesión económica, el debate sobre la neutralidad y el proceso de europeización (integración en la CE), y el temor a una avalancha de refugiados del Este, centran las preocupaciones finlandesas.Desde agosto pasado, el país sufre la peor recesión económica desde 1945. La política económica del Gobierno saliente en abril pasado -integrado por socialdemócratas y conservadores- no tuvo éxito. La coalición chocó y se rompió precisamente por motivos económicos.
El nuevo Gobierno se enfrenta al reto de acabar con la crisis y con el dilema de desfinlandizar el país. La coalición gubernamental, dirigida por el primer ministro Esko Aho, de 36 años, la forman el Partido del Centro (ocho ministros), el Partido Conservador (seis), el Partido Popular Sueco (dos) y la Unión Cristiana Finlandesa (uno).
Según Paavo Lipponen -diputado, presidente del Partido Socialdemócrata de Helsinki y ex director del Instituto Finlandés de Asuntos Internacionales-, su organización perdió las elecciones por la ineficaz gestión económica, el incremento del precio de la vivienda, los salarios demasiado altos y el aumento del desempleo.
En la recesión, el factor URSS tiene su protagonismo. La ebullición interna que padece tiene efectos negativos. "Es nuestro único problema con ellos", afirma el ministro de Exteriores, Paavo Matti Váyryrien, de 45 años. Las exportaciones a la URSS constituían casi el 25% del total de su comercio exterior. En los primeros meses de 1991 han caído a menos del 10%. Moscú no puede pagar. El desempleo afecta ya al 7% de la fuerza laboral. El tratado soviético-finlandés de 1948 creaba un sistema bilateral de comercio en el que petróleo y gas soviético llegaban a Finlandia a cambio de productos de consumo. Hoy el tratado está obsoleto. Helsinki ha dejado de aplicar cláusulas como la imposición de límites a sus fuerzas armadas y la restricción de relaciones con Alemania.
En el periodo anterior a la perestroika y a la glásnost, el Kremlin sospechaba de todo acercamiento de Helsinki a Europa. La presión de Moscú impidió su incorporación a la Asociación Europea de Libre Comercio (EFTA) hasta 1985, y sólo en 1989 accedió al Consejo de Europa. Las cosas han cambiado radicalmente.
Situación en el Báltico
La situación en las repúblicas soviéticas del Báltico (Estonia, Letonia y Lituania) se observa con particular preocupación. Todas las fuerzas políticas están de acuerdo en que hay que apoyar su independencia, pero a través de la negociación con Moscú. El primer ministro Aho dice a EL PAÍS: "Mantenemos la misma política respecto a esas repúblicas que las potencias occidentales. Finlandia debe apoyarlas. Para nosotros", añade, "es muy importante cooperar en la reconstrucción de los países del Este. Nuestros recursos son limitados y nos estamos concentrando en áreas vecinas, como Corelia y la península de KoIa".Desaparecida la bipolarización de los bloques, la neutralidad carece para muchos de sentido. Las divergencias abundan en este ámbito. Lipponen considera que al final de la década de los noventa se tomará una decisión. La postura de Saara Maria Paakkinen, socialdemócrata, vicepresidenta del Parlamento, es la más realista: "La neutralidad pertenece al pasado".
Neutral o no, Finlandia tiene en proyecto incrementar considerablemente su defensa aérea con 67 aviones de combate, cuyo coste asciende a 10.000 millones de marcos finlandeses (260.000 millones de pesetas). Pauli Järvenpäa, alto funcionario del Ministerio de Defensa, asegura que la política de defensa finlandesa se basa en la presunción de que no va a ser atacada por la URSS ni por ningún otro país.
Neutralidad y CE son aspectos ligados. Los políticos van por un lado y el pueblo va por otro. El primer ministro Esko Aho asegura a EL PMS: "Hay que analizar la situación y ver qué clase de CE vamos a tener. Esta es una de las razones por las que en Finlandia no hemos iniciado el gran debate como en Suecia". El Gobierno hace hincapié en las próximas negociaciones entre la EFTA y la CE sobre la denominada Area Económica Europea como un sustitutivo, al menos por ahora, a la incorporación comunitaria. Sin embargo, el presidente del Banco de Finlandia (centrista). afirma que si Suecia entra en la CE, Finlandia debe hacer lo mismo. La cautela oficial es lógica. El apoyo electoral del Partido del Centro viene de las zonas rurales y del sector forestal. Los agricultores son los más acérrimos enemigos de la CE.
No obstante, los conservadores de la coalición gubernamental son los grandes defensores del ingreso. El presidente del Parlamento y líder de los conservadores, Ilkka Suominen, considera que la decisión debe ser adoptada este mismo verano. El aislamiento es casi seguro si Austria y Suecia, miembros de la EFTA, se incorporan a la CE. Austria ya lo ha pedido y el parlamento sueco acaba de aprobar la solicitud. La EFTA quedaría reducida a Finlandia, Islandia, Noruega y Suiza.
Paakkinen dice que Finlandia camina hacia su europeización, y el gran debate está ahora "en las escuelas, en la burocracia, en todas partes". Respecto al pueblo, los sondeos indican que un 60% de la población está a favor de la CE y sólo un 13% en contra.
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