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La primera piedra de la Esfera Armilar se colocó con la ausencia de la Reina

Francisco Peregil

La Reina no fue. La primera piedra de la Esfera Armilar no la puso doña Sofía, y como si fueran fichas de dominó, las excusas de las principales autoridades fueron cayendo en el teléfono de Carlos Sotos, gerente de PSV (cooperativa que promueve el monumento), a medida que se ratificaba la ausencia de la Reina. Ni el todavía alcalde de Madrid, Agustín Rodríguez Sahagún, ni el electo, José María Álvarez del Manzano, ni siquiera el socialista Joaquín Leguina se dignaron a salir en la foto. El único ministro que anunció su asistencia, Javier Solana, de Educación, tampoco apareció.

La Esfera Armilar, un monumento de 92 metros de altura y una anchura similar a la del Santiago Bernabéu, que representará el sistema solar, comienza a materializarse en Valdebernardo, en el distrito de Vicálvaro. Hasta ahora sólo se habían oído y leído las diferentes desavenencias que ha tenido que sufrir Sotos para conseguir su financiación.Salvados los obstáculos del Ayuntamiento de centro-derecha y los del V Centenario, el hombre de la Esfera, esto es, Carlos Sotos, soñaba con una primera piedra bien colocadita de la mano de la Reina, con las consabidas autoridades y el pueblo de Vicálvaro aplaudiendo al fondo. No pudo ser.

Eppure, si muove, que diría ayer Sotos. La historia, a pesa de los pesares, funcionó. Allí estaban, marcando su presencia, la plana mayor y menor de UGT, consejeros delegados de distintos bancos y empresas y el delegado del Gobierno, Segismundo Crespo, que llegó justo para la foto.

3.000 personas al sol

Y estaban, sobre todo, unas 3.000 personas de Vicálvaro, Vallecas y Moratalaz, aplaudiendo tras las vallas cuando Sotos dijo en el único discurso del acto que "aquí nace un barrio" y que el "futuro de Madrid", el edén, iba a estar desde ahora en Valdebernardo.El caso es que el hombre pronunció su breve discurso y dijo que allí se van a construir 6.000 viviendas sociales. La gente volvió a aplaudir, las autoridades pasaron a una caseta con canapés y bebidas para la ocasión, comieron y libaron. Sin embargo, tres montículos de manzanas, pimientos, plátanos, melocotones, no los tocaron. Cuando se abrieron las puertas a las 3.000 personas que esperaban al sol detrás de la valla, los montículos de fruta desaparecieron.

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Sobre la firma

Francisco Peregil
Redactor de la sección Internacional. Comenzó en El País en 1989 y ha desempeñado coberturas en países como Venezuela, Haití, Libia, Irak y Afganistán. Ha sido corresponsal en Buenos Aires para Sudamérica y corresponsal para el Magreb. Es autor de las novelas 'Era tan bella', –mención especial del jurado del Premio Nadal en 2000– y 'Manuela'.

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