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El conflicto entre Walesa y el Parlamento polaco resta interés al viaje del Papa

La Europa de la libertad es la Europa cristiana, según sintetizó improvisadamente ayer Juan Pablo II en Wloclawek, en su séptimo día de estancia en Polonia. Una estancia a la que ha restado interés la polémica suscitada entre el presidente de la República, Lech Walesa, y el Parlamento, después de que el máximo mandatario se negara a firmar una ley electoral para los primeros comicios democráticos porque, entre otras cosas, la considera discriminatoria para la Iglesia católica. Este conflicto amenaza con retrasar las legislativas, que estaban previstas en octubre.Walesa pretende que los templos pruedan ser escenario de la batalla política y los púlpitos se conviertan, de esta manera, en legitimadores de los candidatos. El presidente de la República busca con su actitud desacreditar al actual Parlamento -en el que sus seguidores están en minoria- y elevar la figura del jefe de Estado por encima de las demás instituciones representativas.

Esa especie de síntesis entre la ley electoral y el Código de Derecho Canónico -que prohíbe especialmente la actividad política en las iglesias- es la punta del iceberg de las pretensiones de Walesa. Si su veto prospera, aparecerá como fiel aliado de la confesión católica, abrumadoramente mayoritaria. En caso de que el Parmalento rechace sus enmiendas -lo cual es probable dadas las competencias presidenciales- podrá en el futuro cuestionar también la representatividad de la nueva Cámara.

Después de que Walesa enviara una carta al Parlamento con la petición de abrir el debate sobre la ley electoral, el presidente de la Cámara le pidió suscribirla en aras de las necesidades nacionales.

El presidente del Parlamento le recordó a Walesa que "la prohibición de hacer propaganda electoral concierne a todas las confesiones y también entes públicos, empresas y unidades del Ejército". El jefe del Estado calificó la ley electoral de poco clara y de dar un trato discriminatorio con respecto a la antigua emigración política, así como de defectos jurídicos.

Adam Michnik, disidente histórico polaco, calificó la iniciativa de Walesa de "obra bastante chistosa" y la atribuyó a la influencia que tienen sobre el presidente sus actuales asesores, provenientes del ala derecha de Solidaridad. El interés político de éstos puede pasar por la aprobación de una ley electoral eminentemente proporcional al no contar esta agrupación con líderes carismáticos.

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