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CORRIDA DE LA BENEFICENCIA

Matadores y ganadero lloraban al ser paseados a hombros

EMILIO MARTíNEZ Las lágrimas surcaban las mejillas de Ortega Cano, Cesar Rincón y Samuel Flores mientras eran paseados a hombros por el ruedo momentos antes de subir a saludar al Rey. Unas lágrimas que intentaban secarse rápidamente para la audiencia real, lo que consiguieron a duras penas.El más emocionado era el colombiano, estrujado por el público y, sobre todo, por periodistas radiofónicos de su país, que le comentaban que allí la gente se había echado a la-calle-para celebralo, a lo que Rincón respondía: "Esa es la guinda sobre la tarta de la máxima felicidad que me embarga hoy, porque vuelvo a alcanzar la puerta grande, con mi amigo del alma Ortega Cano, viéndolo toda España y delante del Rey".

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Rincón, que admitía que ya estuvo a punto de llorar cuando dio la vuelta al ruedo en su segundo y vio la bandera colombiana, se sentía orgulloso de dar una nueva alegría a su país: "Es como si le hubiera dado yo suerte, porque, en paralelo a mis éxitos en Las Ventas, Colombia parece , caminar hacia la paz después'de décadas de violencia. En algún momento de mis faenas me acordé y era también para llorara de alegría, ¿no?".

Añadía que la gran deuda que cree tener con la afición de esta plaza fue la razón por la que intentó extraerle muletazos al peligroso sexto, aunque también era un reto personal: "Mis otros dos enemigos tenían clase, pero había que quedarse muy quieto, tragar y. hacerle todo muy despacio". Sus últimas palabras eran para dar la enhorabuena públicamente a Samuel Flores: "Al que ya le pegué un emocionadísimo abrazo en el ruedo".

El día más feliz

También para Ortega Cano fue el día más feliz de su vida por la coincidencia de su éxito con el de Rincón: "Yo creo que no se puede pedir más, aunque no me olvido de la satisfacción que hemos ofrecido a los maravillosos aficionados madrileños. En definitiva, quien ha ganado hoy ha sido el toreo puro y auténtico, la fiesta".

Al de Cartagena no le parecía justo que Flores no participara en el triunfo, por lo que apuntó a los costaleros que le llevaban a hombros cuando pasó por delante de él, que le izasen también: "El juego de sus toros ha sido extraordinario; sin esas partituras no habríamos podido sonar nuestra música".

Flores, para quien también fue su jornada más feliz, agradecía el gesto y las palabras de Ortega Cano, y sólo lamentaba las escasas fuerzas de algunos de sus toros, "un pequeño borrón sin importancia en tarde tan triunfal para todos, porque el manso últirno, con el que Rincón estuvo sublime, lo que hizo fue darle un poco de variedad a la corrida".

Opinaba que tanto Ortega Cano como Rincón habían dado una lidia perifecta a sus toros: "Es muy de agradecer que además de triunfar con ellos, cada uno con su estilo, hayan sabido lucirlos".

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