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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Muerte en Argel

EL PASADO martes, la policía argelina causó al menos cinco muertos y centenares de heridos en Argel al reprimir con dureza los disturbios callejeros. Era la dramática culminación de 11 días de violentas manifestaciones antigubernamentales convocadas por el Frente Islámico de Salvación (FIS) para exigir la dimisión del presidente Chadli Benyedid y protestar por la nue va ley electoral. Las disposiciones de ésta debían ser puestas en práctica este mismo mes en losprimeros comicios legislativos democráticos que se celebrarían en el país desde su independencia en 1962. Las elecciones han sido ahora pospuestas por el Gobierno -que ha dimitido y, por el momento, los líderes integristas han suspendido las manifestaciones.Hace apenas dos semanas fue descubierto y abortado en Túnez un compló antigubernamental. Aunque los métodos empleados hayan sido distintos, los dos episodios tienen protagonistas y finalidad comunes: son fruto del mismo, proyecto desestabilizador impulsado por el integrismo musulmán, oponente de los regímenes árabes laicos. El origen debe buscarse en la revolución islámica del imam Jomeini. Pero el antecedente más directo se encuentra en las revueltas del pan que, en los últimos, tres años, han asolado a Marruecos, Túnez, Argelia Egipto y Jordania, y -que fueron capitalizadas por los integristas en tanto que re beliones proletarias sacralizadas.

En Argelia, el problema es aún más profundo. Con una autoridad indiscutida en el interior y un sólido prestigia en el exterior -que había hecho del Gobierno argelino uno de los líderes del movimiento tercermundista-, el Frente Nacional de Liberación (FLN), triunfador en la guerra de independencia contra Francia, mantuvo el poder absoluto en el país hasta que hace ahora dos años y medio una violenta revuelta juvenil en Argel y Orán se saldó con centenares de muertos. El régimen, comido en su interior por la corrupción y el autoritarismo, se tambaleó. Benyedid tuvo que promulgar una nueva Constitución de principios claramente democratizadores.

Año y medio después se celebraron elecciones municipales en las que, inesperadamente, triunfaron los integristas del FIS liderados por Abasi Madani, mientras que otros opositores (como los socialistas del líder bereber Ait-Ahmed y los sedicentes demócratas de izquierda encarnados en el antiguo dirigente del FLN Ben Bella) tuvieron que conformarse con las migajas que les deparaba una inmensa abstención aconsejada por ellos mismos. Había ganado un partido organizado apenas tres meses antes pero que había contado con la ventaja del proselitismo político realizado desde las mezquitas y con la adhesión inesperada de una juventud que veía en él la posibilidad de. redención que otras tiranías le niegan.

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Benyedid, consciente de la fuerza integrista, hizo dos cosas para contrarrestar a Madani. Por una par te, decretó la arabización del país a finales del año pa sado para restar argumentos a la campaña de islamización emprendida por el FIS en los ayuntamientos, que controlaba. Lo malo para el Gobierno es que pri mando al árabe castigó al bereber lengua de un ter cío de los argelinos-, colocando al líder Ait-Ahmed .en excelente posición como tercera vía de Gobierno. Pero para que ello ocurra es preciso que las elecciones tengan lugar y no está muy claro que así lo desee el FIS, puesto que la segunda medida de Benyedid fue, reformar la ley electoral: remodeló el mapa de las cir cunscripciones (dividiendo -los enclaves integristas más fuertes) y concedió el voto a las mujeres, atacan do el privilegio del marido musulmán. La ley electoral ha sido el detonante de los disturbios callejeros de esta semana, reprimidos con su habitual violencia por la policía argelina.

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