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FERIA DE SAN ISIDRO

La gesta consistió en correr

Moreno / Campuzano, Ojeda, CaminoCinco toros de Alonso Moreno de la Cova (uno fue rechazado en el reconocimiento), discretamente presentados, varios sospechosos de pitones, mansos e inválidos; 2º, manso y bronco, devuelto al corral por supuestos problemas de visión. Sobrero y 6º de Carriquiri, bien presentados, inválidos. José Antonio Campuzano: bajonazo, rueda de peones y dos descabellos (silencio); media estocada trasera caída (silencio). Paco Ojeda: dos pinchazos y bajonazo descarado (silencio); media (bronca). Rafael Camino: bajonazo y cuatro descabellos (silencio); pinchazo y estocada corta trasera caída perdiendo la muleta (silencio). El banderillero El Sevilla sufrió un puntazo y erosiones de pronóstico reservado. Plaza de Las Ventas, 31 de mayo. 22ª corrida de feria. Lleno de "no hay billetes".

Paco Ojeda hizo su anunciada gesta, y consistía en correr. No mucho: lo suficiente para estar lejos del alcance de los toros. Uno de esos toros daba igual que estuviera cerca o lejos porque, mediada la lidia, se puso moribundo. Otro sí daba pues, aunque embestía a lo tonto, tenía cuajo, seriedad, cornamenta vuelta, y la gesta no incluía soportar las inquietantes proximidades de semejante individuo.

Hubo dos gestas en la feria: que Paco Ojeda se anunciara con toros de Alonso Moreno y Espartaco con toros de Murteira. Los taurinos, sus portavoces, el espartaquismo militante, el ojedismo visceral, ponían tanto énfasis al referirse a estas gestas, que parecía como si ambos diestros fueran a, inmolarse, y el público llegó a creer que sus respectivas confrontaciones con murteiras y alonsomorenos iba a ser la batalla de las Termópilas. La afición, en cambio, estaba perpleja, pues sabe bien que murteiras y alonsomorenos no son miuras o tulios, precisamente. Muchos toreros los habían toreado antes, incluso les habían, cortado las orejillas, y no por eso se le ocurrió a nadie elevarles a la categoría de héroes.

Pero, además, los alonsomoreno de la gesta de Ojeda en nada se parecían a los toros de Alonso Moreno clásicos, porque estos solían tener pezuña dura y casta brava, mientras aquellos tenían pezuña flácida y casta ovejuna. Como si, de repente, la ganadería se hubiera metamorfoseado en granja.

Toros de granja es lo que salió al ruedo de Las Ventas, daba igual si eran los Alonso Moreno titulares o los Carriquiri sustitutos. Aparecían los toros de granja, daban unas carreritas locas por el redondel, escapaban despavoridos de la acorazada de picar, se pegaban batacazos, y cuando los matadores les ponían la muleta delante, renunciaban a embestir. Quizá es que no entendían el estado de la cuestión. Así como un toro de casta sabe perfectamente que cuando un torero le pone un trapo rojo delante de los ojos tiene la obligación de embestirlo pegando bufidos, el toro de granja ignora estas reglas y cuando le ponen delante de los ojos un trapo rojo se cree que va a empezar el guiñol.

Hubo excepciones. El primer toro de Rafael Camino y el segundo de Paco Ojeda no eran toros de granja. Sabían embestir, y si los diestros dejaron correr la oportunidad de hacerles faenas, se debió a causas ajenas a la capacidad embestidora de ambos toros. Ojeda, sencillamente se abstuvo de torear, tal como suena. Camino no es que se abstuviera; es que lo hacía con prisas y crispaciones, contrariando la propia condición del toro, que no estaba para semejantes trotes y quería mimitos. A los toros de granja, en cambio, les porfiaron pases -Camino llegó a dibujar algún lance finísimo- y lo propio hizo José Antonio Campuzano, cuya buena técnica lidiadora no servía absolutamente para nada en aquellas circunstancias agropecuarias.

El absentismo de Ojeda con el toro embestidor tuvo sus razones laborales: ya había hecho la gesta de anunciarse con toros de Alonso Moreno y encima no iba a hacer la gesta de torearlos, pues eso serían dos gestas y a él sólo le pagaron por una. De manera que embestía el alonsomoreno, le arreaba un trapazo y salía corriendo. Alguien ha dicho de Ojeda que Juan Belmonte, a su lado, era un pobre de pedir, y seguramente tendrá razón: Belmonte jamás se habría apuntado a la gesta de los alonsomoreno, para no pegarles ni un pase y encima llevarse la taquilla. No era tan vivales.

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