Cornada de veinte centímetros
La alarma y desasosiego con que entró en la enfermería Pedro Castillo, en brazos de miembros de su cuadrilla y de un arenero, con el presagio de un percance de máxima gravedad por la forma en que le cogió el toro y la sangre que manaba por el agujero de la taleguilla, cambió a los pocos minutos cuando se supo que la cornada era extensa, 20 centímetros, pero no afectaba a la arteria femoral ni a otros vasos importantes.La herida, en el triángulo de searpa de su pierna derecha, sólo contusiona la arteria y produce destrozos en los músculos recto anterior y sartorio. Tras ser operado en la enfermería por el doctor Máximo García Padrós, pasó a una clínica privada. García Padrós indicó que Castillo se escapó por milímetros de que el pitón le tocara la femoral, y le pronostica 15 días de baja.
En esos momentos de alarma vividos en la enfermería, las dos personas más tranquilas eran el propio Castillo, que daba ánimos a su cuadrilla, y su apoderado, Diego Robles, quien señalaba: "No pasa nada, son cosas normales en el toreo". Castillo, pese a su tez demacrada, señalaba los médicos la trayectoria del pitón mientras le desvestían, y su única obsesión era salir de nuevo al ruedo.
A últimas horas de la noche se encontraba molesto y con dolores, aunque despierto y consciente, según informó Robles, que anadió: "Sólo quiere saber cuando podrá reaparecer".