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El nuevo líder etíope pide la ayuda de las superpotencias

El presidente etíope, general Tesfaye Gabre Kidan, pidió ayer la intervención de las superpotencias para "evitar un baño de sangre", que según él se avecina con el avance guerrillero hacia la capital, Addis Abeba. También se ofreció a dialogar con la guerrilla y formar un Gobierno de transición. Por su parte, Mengistu Haile Mariam, que dimitió el pasado martes de la presidencia y abandonó el país, ha solicitado asilo político en Zimbabue, según el diario The Herald de Harare.

La petición del general Tesfaye para que intervengan las superpotencias fue apoyada por una petición similar hecha pública por grupos de estudiantes, que han invocado lo catastrófico que resultaría si los guerrilleros del Frente Democrático Revolucionario del Pueblo Etíope (FDRPE) se hacen con el poder.Tesfaye agregó en su discurso que está dispuesto "a hacer todo lo posible para lograr la paz en Etiopía, incluida la formación de un Gobierno de transición multipartidista".

Los guerrilleros rechazaron una primera oferta de alto el fuego del general Gabre Kidan, al que consideran un estrecho colaborador de Mengistu y por tanto suponen (que nada ha cambiado en la política etíope como para hacerles desistir de su acción armada.

En tales momentos de inestabilidad y malos augurios, Francia hizo ayer "un firme llamamiento" al alto el fuego en Etiopía y a la reconciliación nacional. Un portavoz del Ministerio francés de Asuntos Exteriores dijo que "la continuación de las operaciones militares tendrá trágicas consecuencias para la población civil, de modo que "todas las partes deben comenzar con un espíritu constructivo negociaciones para el alto el fuego, la liberación de los presos políticos y poner en marcha la organización futura del país".

Precisamente ayer, las nuevas autoridades etíopes anunciaron la puesta en libertad de 180 presos políticos. Entre los liberados hay siete generales acusados de dirigir el fracasado golpe de Estado contra Mengistu Halle Mariam en 1989. Ayer se registraron en Addis Abeba las primeras manifestaciones de júbilo por la caída de Mengistu. Decenas de personas destrozaron retratos del presidente y derribaron una estatua en bronce de Lenin.

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