Hassan II declara "irreversible" el resultado del referendum sobre la autodeterminación del Sáhara
Después de una espera prolongada de horas, Hassan II de Marruecos habló en la localidad sahariana de Guelmín, y allí declaró que "los resultados del referéndum [en la ex colonia española del Sáhara] serán incostestables e irreversibles". El pasado sábado, en un discurso ante mandos militares estacionados en territorio sahariano, el monarca había despejado cualquier duda al aceptar el plebiscito organizado por las Naciones Unidas.
En un discurso ante el Consejo Consultivo Especial para Asuntos del Sáhara, Hassan II dijo que su país "acepta la legalidad y el derecho internacional y entiende que los lazos seculares entre los saharauis y el trono alauí deben ser homologados por un referéndum cuyos resultados serán incontestables e irreversibles". Esta declaración fue transmitida a los periodistas acreditados en Marruecos por el Ministerio de Información marroquí.Durante tres días, un cortejo de centenares de personas ha acompañado al rey Hassan II en su viaje por el Sáhara con la esperanza de escuchar directamente el discurso sobre el referéndum propuesto por la ONU.
El propio ministro del Interior, Dris Basri, anunció a la agencia Trans Press que el discurso se iba a pronunciar el pasado viernes en la localidad de Assa.
Pero la expectativa quedó defraudada. Ni el rey estuvo en Assa el viernes ni pronunció el esperado discurso.
Todo estaba previsto para que el rey de Marruecos, Hassan II, pronunciara el discurso el pasado viernes en Smara, la capital espiritual del Sáhara. Los especialistas políticos aseguraban que era el escenario idóneo por sus connotaciones políticas y religiosas.
Un equipo de la televisión marroquí se había desplazado para grabar y reproducir las palabras del monarca. Inesperadamente, alguien, desde lo alto, les dio orden de partir a Tan-Tan, en el norte del Sáhara.
Cambio de planes
Se habían cambiado los planes y aplazado el discurso. No hubo explicación oficial, pero los analistas aseguraron que era lógico que el monarca quisiera aplazar el discurso para poder contactar con representantes del Ejército, antes de hablar sobre su decisión con respecto al plan de referéndum de la ONU.
La palabra esperada
Pero acabó la reunión con los militares en Tan-Tan y el discurso volvió a aplazarse. Esta vez la excusa oficiosa era que el monarca debía entrevistarse antes con los representantes del Consejo Sahariano.La reunión estaba programada para el sábado en Guelmín, a unos 400 kilómetros al sur de Agadir.
Por fin el rey iba a hablar a su pueblo. Los portavoces oficiales del Ministerio de Información así lo comunicaron a los representantes de la prensa nacional e internacional desplazados al lugar. De nuevo toda la maquinaria se puso en marcha. Todo el Gobierno en pleno se desplazó a Guelmín para escuchar al rey.
La espera fue interminable. Ante el edificio de la administración provincial de Guelmín se habían colocado en perfecta formación los danzarines, la guardia real, los miembros del Gobierno y los del Consejo Sahariano.
Poco a poco la tarde fue agonizando y la policía disolvió y mandó a sus casas a la gente.
Temor a la gripe
Los ministros decidieron romper filas y entrar en el interior del edificio. Empezaba a hacer frío.Si en la explanada de Smara el cortejo real estuvo a punto de morir de insolación, en Guelmín se temió un gran gripazo. Era ya de noche cuando inesperadamente se escucharon las sirenas. Volvieron los ministros a formar y la guardia a presentar armas. Los danzarines hicieron sonar los tambores y se pusieron a bailar. La visita del rey al Consejo sahariano duró poco menos de cinco minutos. Luego partió. En ese breve espacio de tiempo hablo de la "irreversibilidad" del plebiscito.
Un poco antes, por tercera vez, en el espacio de pocas horas un portavoz del ministerio de Información, desconcertado, sin duda, se refirió con escasa convicción a que probablemente "el Rey hable mañana (por hoy)". El monarca lo hizo, finalmente, pero no antes las masas como se sigue esperando.
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