Trofeos de la nueva era
VIVIANNE SCHNITZER ENVIADA ESPECIAL, Un Suzuki de estridente color amarillo gira como pieza de museo sobre una plataforma redonda en el vestíbulo del hotel Forum, el mejor de Budapest. Un trofeo de la nueva era, después de que los húngaros firmaran un ansiado contrato con los japoneses tras dos años de negociaciones. En 1992, cuando salgan a la venta los primeros 15.000 utilitarlos montados en la planta de Esztergom, podrán ser adquiridos más baratos que un Skoda checoslovaco, hasta hace poco el automóvil más popular de Hungría.
No muy lejos, en la famosa avenida peatonal de Vaci Utca, se encuentra el lujoso local de cosméticos de Estée Lauder, la legendaria húngara reina de los ungüentos que hizo fortuna en Estados Unidos y antes de morir quiso volver en gloria y majestad a su ciudad. Al preguntarle a una elegante compradora quién puede en Hungría adquirir las cremas en envases de porcelana a precios de Zúrich, responde: "Los turistas y los nuevos húngaros". Son las 25.000 familias con capital propio de más de 10 millones de forintos. Sastres, vendedores de hortalizas, dentistas, los que aprovecharon la oportunidad de la reforma en su primera hora y ahora se han trasladado al mejor sector residencial de la capital, el Cerro de las Rosas, para vivir en sus villas, algo recargadas, desplazando a privilegiados de otros tiempos.Mientras Porsche inaugura su salón de ventas en el edificio del antiguo Instituto de Cultura de la República Democrática Alemana (RDA), en la calle, un grupo de mujeres refugiadas de la minoría húngara de Rumania, vestidas como en otros tiempos con faldas largas, delantales y pañuelos atados a la cabeza, se alinean formando un cordón alrededor de los peatones ofreciendo sus manteles bordados. Una señal de alarma y la mercancía desaparece rápidamente entre sus ropajes. Es la ronda policial del mediodía, encargada de prohibir la venta callejera.
Los primorosos bordados elaborados a mano, que cuestan entre 2.000 y 4.000 pesetas, son de los pocos productos que aún se consiguen baratos, y para los 38 millones de turistas que visitaron el país magiar el año pasado se terminaron las gangas. Antes, en la llamada isla del Comecon -donde no escaseaban el salami ni la música gitana- los extranjeros quintuplicaban su capacidad adquisitiva. La convertibilidad del forinto, la ruta desde Marx al marco alemán, es una de las obsesiones del Gobierno.Té y pan
Menos publicitado que los recién llegados kiwis de Nueva Zelanda, en Keleti, la estación ferroviaria desde donde salen los trenes hacia el norte de Europa, funciona todas las tardes un centro asistencial de la Cruz Roja. Allí acuden jubilados y niños, gitanos y refugiados de Rumania, para conseguir un té caliente y pan. Son los que han perdido la carrera entre las alzas de precios y sus ingresos mínimos. Mientras la inflación ha alcanzado el 30%, el salario promedio dé 12.500 forintos se ha mantenido, y el pluriempleo es la única solución para sobrevivir.Las cocinas abiertas para Pobres eran en Hungría historias de la posguerra, y ahora, cuando los húngaros debutan en la economía de mercado y se inicia la revolución sin violencia del capitalismo, se han fundado unas sesenta en todo el país, además de docenas de hostales para los sin casa. La caridad ha retornado, y Médicos del Mundo, la Orden de Malta y religiosas de la madre Teresa, entre otros, buscan financiación internacional y nacional mediante colectas para aumentar su oferta de alimentos y alojamiento.
Marta Cszurka, una antigua bailarina clásica, ahora anciana, fue desalojada hace un año de su propio piso al no poder pagar la renta. Diariamente come de la caridad, una ración de sopa, parte de las 32 toneladas de minestrone deshidratado donadas por el Gobierno italiano. "Una solución de parche", dice la encargada de la cocina abierta mencionando el acelerado empobrecimiento de algunos húngaros. Un tercio de los 10 millones de magiares viven bajo los niveles mínimos de supervivencia. Según cifras oficiales, hay sólo 100.000 parados, un 2% de la población activa, que subirán a 300.000 hasta fines de este año, según pronósticos del Ministerio de Trabajo en Budapest. Para este ano se esperan entre 400.000 y 600.000 despidos.El baileMarta Cszurka termina la sopa, agradece a las voluntarias y comienza su ruta diaria hacia el centro caminando pesadamente sobre sus tacones rojos. Se instala en la plaza frente al famoso café Gerbeaud con sus únicas posesiones, una bolsa de plástico con su ropa y un casete en el que suenan valses de Strauss. Y comienza su baile torpe y solitario en medio de los turistas, que reaccionan con burla. Algunos, compasivos, le lanzan un par de forintos al suelo. Con gestos infantiles, la loca del ballet los agradece repitiendo con prisa sus reverencias doblándose hasta el suelo con una sonrisa en su rostro magro y pintarrajeado.
El director de Asuntos Sociales del Ayuntamiento de Budapest, el sociólogo Peter Gyóry, detecta "un nuevo fenómeno de pobreza que afecta no sólo a los jubilados, sino por primera vez a jóvenes, a familias". La. alcaldía dispone sólo de 1.500 camas de beneficencia en Budapest, donde hay 8.000 personas sin casa. Afirma que la moral política era un lujo en Hungría", y encuentra rechazo entre los concejales cuando pide fondos para combatir la-pobreza porque "confunden la solución social con socialisino".Hungría, el país del antiguo bloque socialista con mayor deuda externa, equivalente a 21.500 millones de dólares -el balance comercial del país cerró el año pasado con 1.000 millones de dólares a su favor-, funcionan 5.000joint ventures (riesgo compartido), con una mayoría de capital alemán, y bajo el lema -"todo lo que no está prohibido está permitido" la iniciativa privada se multiplica día a día. Un proyecto gigante, la Expo 96 Viena-Budapest, a pesar de ser rechazado en la sesión plenaria de la alcaldía de Budapest el pasado jueves 9 de mayo, piensa ser llevado a la práctica por el primer ministro, Jozsef Antall.
Mientras el Gobierno se empeña en mantener la credibilidad ante la banca internacional pagando puntualmente los intereses de la deuda, la producción industrial bajó el año pasado en un 5%, y la producción agrícola descendió en un 61,/o. Las exportaciones a Occidente aumentaron en un 13%, y con los países del Este disminuyeron en un 27%.
"Están obnubilados con la Comunidad Europea, Estados Unidos y Japón, pero se olvidan de que son un país subdesarrollado", comenta un diplomático occidental en Budapest. "Es cierto que están privatizando, pero también desnaci on al izando". De los 14 medios de comunicación más importantes del país, siete están en manos extranjeras. Los antiguos diarios comunistas que utilizaban el gris lenguaje del partido se han transformado en ejemplos de sensacionalismo donde abundan las crónicas policiales y fotografías picarescas.La reforma, una palabra poco original utilizada por la política oficial, desmantela poco a poco la economía pública, que aún constituye un 90% de la total, y en cinco años, según el objetivo de la agencia de privatizaciones de Budapest, será reducida en un 40%. En enero de este año fueron aprobados los programas de privatización de 20 empresas públicas, las de mayor envergadura. En el programa total en dos etapas llevado por la agencia para la privatización del Gobierno húngaro -donde hay directivos pagados por el Gobierno de EE UU y el del Reino Unidose venderán 2.200 empresas estatales.
Desde marzo de 1990, un 9% de todas las compañías estatales han sido privatizadas total o parcialmente.
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