Washington y Moscú fijan tres puntos de acuerdo para salvar la paz árabe-israelí
Estados Unidos y la Unión Soviética han coordinado sus posiciones y han fijado tres puntos a fin de potenciar el último esfuerzo del secretario de Estado norteamericano, James Baker, para la paz en Oriente Próximo. Si Baker no logra, pese a todo, que se superen las diferencias entre Israel y los árabes, Washington y Moscú estarían dispuestas a convocar conjuntamente una conferencia de paz internacional sobre el conflicto árabe-israelí.
El ministro soviético de Asuntos Exteriores, Alexandr Besmértnij, que es esperado el 10 de mayo en Jerusalén, ofrecerá a Israel garantías de que la Unión Soviética y Estados Unidos han cerrado un acuerdo para oponer su veto a cualquier resolución sobre el conflicto árabe-israelí que sea presentada durante la actual mediación de paz iniciada por Baker, que el próximo fin de semana regresará a la región.Fuentes estadounidenses indican que Moscú y Washington están también de acuerdo en que la inclusión de un palestino de Jerusalén Este en la delegación palestina que vaya a negociar con Israel no afectará en modo alguno al futuro de dicha ciudad, cuyo estatuto no será abordado en la conferencia regional.,
Por último, Besmértnij le dirá también al primer ministro israelí, Isaac Shamir, que las dos grandes potencias se comprometen a no tratar de imponer ninguna solución a la conferencia regional ni a las partes directamente implicadas en las negociaciones bilaterales.
Luego, el ministro soviético de Asuntos Exteriores se desplazará a Damasco, a petición de Baker, para contarle lo mismo al presidente sirio, Hafez el Asad, a fin de que comprenda que su propuesta de una conferencia de paz internacional y decisoria, en la que las divergencias entre Israel y los países árabes podrían ser zanjadas por un voto, con participación de las superpotencias, no tiene el apoyo de Moscú.
Este grado de coordinación alcanzado por norteamericanos y soviéticos sorprende e inquieta a los dirigentes de Israel, y sobre todo al primer ministro, Isaac Shamir, que tiene que hacer frente a estos nuevos desarrollos en un contexto de divergencias crecientes en el seno de su propio Gobierno.
Mientras Shamir sostiene a fondo a su extremista ministro de Vivienda, Ariel Sharon, en la polémica que enfrenta a éste con la Administración de Bush, y que suscita los aplausos de otros ministros que representan a los pequeños partidos ultranacionalistas, el ministro de Asuntos Exteriores , David Levy, advierte de los peligros que implica una crisis en las relaciones de Israel con EE UU. El ministro de Exteriores puede contar con el apoyo de algunos ministros del Likud, pero el frente de sus opositores se extiende.
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