Una magia equilibrada
En el escenario del Albéniz, la ópera de Cámara de Varsovia representó La flauta mágica, uno de los puntos más altos y diferenciados del teatro musical mozartiano. Estrenada en Viena unos meses antes de su muerte, nos ofrece un caudal inagotable de invención y procedimientos.Estamos ante el más genial singspiel que jamás se haya escrito y si, como afirma Kunze, sería exagerado hablar de tradiciones al analizar los motivos, temas e ideas que confluyen en la obra, no es menos cierto que está habitada por múltiples herencias del mundo germano, lo que le otorga un talante original, al margen de la simbología masónica que cuenta entre sus principales componentes.
La versión del grupo varsoviano fue excelente. Sonó la orquesta más equilibrada gracias a las más arnplias dimensiones del local y el maestro Silva imprimió a la versión extraordinaria vivacidad y riqueza de contrastes. Gabriela Silva, en Pamina; Jolanta Zmurko, extraordinaria en las coloraturas de la Reina de la Noche; el feliz hallazgo de la pareja Papageno-Papagena; los conjuntos, dominadores al máximo, mantuvieron un alto nivel que descendió un tanto en el caso del Tamino de Jerzy Knetig.
La flauta mágica
De SchIkarieder y Mozar: Principales intérpretes: J. Frakstein, J. Knetig, J. Zaurko, G. Silva, A. Ktuszewski, E. Frakstein y Z. Nikodem. Dirección musical: R. Silva. Ópera de Cámara y Orquesta Sinfonieta de Varsovia. Teatro Albéniz. Madrid, 4 de mayo.
El artilugio escénico en su levedad bastó para crear el ambiente necesario de magia, con una eficacia acentuada por la misma simplicidad de los recursos puestos en juego. Cuanto hacen la ópera y la Orquesta Sinfonieta de Varsovia posee el sello de lo vivido.
Babelia
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