Japón sorprende en Madrid al aceptar que no se explote la Antártida durante tiempo indefinido
Japón dio ayer un paso importante para conseguir que no se permita en el futuro la explotación de los recursos minerales de la Antártida al anunciar su apoyo a una moratoria indefinida. Con esta sorpresa, las posturas divergentes de los 26 países miembros del Tratado Antártico, reunidos esta semana en Madrid para discutir los problemas medioambientales del continente, se van acercando, ante la alegría de las organizaciones ecologistas. El Gobierno español apoya firmemente la postura de prohibición permanente, aseguró ayer el ministro Javier Solana.
La postura defendida por el grupo de los cuatro -Australia, Francia, Bélgica e Italia, más otros siete países, entre ellos España- que pide una prohibición permanente de las actividades minerales, gana posiciones frente a la que mantienen Estados Unidos y el Reino Unido, después de esta declaración de principios de la delegación japonesa. "Ésta es una gran noticia", ha dicho James Martin, de la World Wildlife Fund (WWF), quien ha añadido que EE UU y el Reino Unido se encuentran ahora aislados. El director general de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), Martin Holdgate, ha señalado que es pronto para hablar de un posible aislamiento de EE UU y el Reino Unido. "Lo que han expresado estos países es que quieren negociar siempre que el grupo de los cuatro también esté dispuesto".
Cerrar la puerta
En resumen, todos los países asistentes a la reunión de Madrid aceptan que no se exploten por ahora las supuestas riquezas minerales de la Antártida, pero algunos no quieren cerrar la puerta a una futura explotación. El principal punto de discusión actual es si la moratoria expiraría o tendría que ser levantada por consenso. También están en discusión los plazos, que van desde los 30 años de la postura original estadounidense y británica a los 200 años propuestos por los ecologistas.
Francia y Australia, por ejemplo, aceptarían 60 años, porque ello significaría que las compañías petrolíferas abandonarían, por falta de rentabilidad a medio plazo, las prospecciones en la zona. Japón no ha dado plazos, pero pide que se revise constantemente la prohibición atendiendo a los avances tecnológicos que puedan hacer que la explotación sea inocua para el medio ambiente. Sin embargo, lo más importante para los conservacionistas es que Japón acepta que el levantamiento de la prohibición se haga por consenso.
La distinción semántica entre moratoria y prohibición es importante para los negociadores. Estados Unidos y la URSS habían acordado a última hora de ayer aceptar la palabra prohibición, comentó el ministro español de Educación y Ciencia, Javier Solana, como síntoma del avance en las negociaciones. Solana salió al paso de las acusaciones de ambigüedad hechas al Gobierno español por organizaciones ecologistas al afirmar que España apoya firmemente la propuesta de lograr una prohibición permanente de las actividades de explotación de minerales. "Al menos ganaremos 40 o 50 años", comentó.
El director general de la UICN, por su parte, cree que las posibilidades de llegar en Madrid a un acuerdo sobre el futuro de la Antártida aumentarán a lo largo de la semana. "Antes de llegar creía que serían del 75%, pero los primeros días de negociaciones siempre parece que las cosas van peor, porque esto es como el póquer, los Gobiernos se guardan las cartas", dijo.
Holdgate, quien anda por Madrid con una corbata en la que campean, aunque discretos, los pingüinos, une a su condición de máxima cabeza de una de las más importantes organizaciones medioambientales del mundo su pasado como biólogo especialista en cuestiones antárticas. De su experiencia en conversaciones internacionales deduce que no importa la forma que tome la prohibición de explotar los recursos minerales, sino que funcione y durante un plazo muy largo.
La moratoria como prohibición
Las discusiones de la reunión de Madrid se centran en dos posturas divergentes: alcanzar una prohibición, o moratoria, permanente de las actividades minerales y petrolíferas en la Antártida, que necesite un consenso de todos los países contratantes del Tratado Antártico para ser levantada, o imponer una prohibición que expire después de un número determinado de años, y para cuya continuación sea necesario el consenso de todos los países. Estados Unidos, el Reino Unido y Argentina son ahora los únicos países con influencia en el Tratado Antártico que apoyan esta última postura, que permitiría a cualquiera de ellos iniciar la explotación mineral cuando terminara la moratoria, que ellos quieren no sea superior a los 30 o 40 años. En el extremo opuesto se encuentran las organizaciones ecologistas, que piden una prohibición permanente, y creen que una moratoria muy larga (de hasta 200 años) es el instrumento legal para conseguirla, ya que nunca habría consenso para levantarla.
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