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La Fundación Cultural Prusiana inicia la reunificación de los museos de Berlín

La colección de arte egipcio, dividida hace 50 años, se instalará en el Neues Museum

La Fundación Cultural Prusiana, organismo público dependiente de la ciudad de Berlín, ha pasado a ser, tras la reunificación alemana, la propietaria de todos los museos y ha iniciado su reorganización. Una de las primeras decisiones que ha tomado ha sido la de juntar las dos colecciones de arte egipcio: la que se encuentra en Charlotemburg y la que siguió en la parte oriental, en el Bodenmuseum, que comprende los más importantes papiros fuera de Egipto. Ambas se instalarán, 50 años después de su división, en el Neues Museum.

Nefertiti, la esposa de Akenaton, el singular faraón monoteísta del antiguo Egipto, aún tardará bastantes años en mudarse a la isla de los Museos, el complejo museístico creado por la monarquía prusiana en Berlín y del que salió durante la II Guerra Mundial para protegerse de los bombardeos. Numerosas obras de arte fueron sacadas de sus lugares habituales y escondidas en almacenes subterráneos.Las colecciones se dispersaron y no pudieron volverse a juntar debido a la división de la ciudad.

A Nefertiti le pilló el final del III Reich en la zona occidental de Berlín. Poco después, un muro se levantó entre ella y su museo, razón por la que finalmente quedó instalada en Charlotemburg.

El lugar destinado para que se encuentren, casi 50 años después, las dos partes de la colección, más lo que se les ha añadido durante todo este tiempo, es el Neues Museum, también en la isla del Spree, pero el único que sigue en ruinas en el corazón de Berlín. La monarquía prusiana instaló sus reales en una pequeña isla que forma el río Spree en Berlín. Es un área de no más de 10 kilómetros cuadrados en la que se encontraba el espléndido palacio de los Hohenzollern, las caballerizas, la catedral evangélica y los museos.

Reconstrucción

Pese a los destrozos que causaron los bombardeos aliados sobre Berlín, casi todos los viejos edificios de la isla del Spree fueron reconstruidos por el desaparecido régimen comunista. El Bodenmuseum, donde ahora se encuentra la colección egipcia, así como la de arte bizantino y los viejos maestros; el famoso Museo Pergamon, con las joyas griegas y babilónicas, y el Altes Museum, que recoge la colección de pintura, así como algunas muestras del más puro realismo socialista.Tan sólo desapareció el espléndido palacio de los Hohenzollern, una cuestión que siempre ha levantado polémica y que quedará como una de las manchas más negras del desaparecido Estado comunista alemán. Según todos los expertos, y a juzgar por las fotografías que se conservan, su estado al finalizar la guerra no era peor que el de muchos otros edificios. Pero los comunistas decidieron no reconstruirlo. Salvaron tan sólo la puerta principal y el balcón que se levanta sobre ella desde el que, el 9 de noviembre de 1918, tras la abdicación del káiser Guillermo II, Philipp Scheidemann proclamó la república.

Esta puerta y este balcón forman parte ahora de un edificio cercano donde estaba la sede del Gobierno de la ex RDA. Se trata, como puede verse, de uno más de los muchos intentos de reescribir la historia que ha aquejado a numerosos regímenes comunistas. En el lugar dejado por el palacio imperial se levanta ahora un espantoso edificio cuadrado conocido como el Palais de la Republique, donde estaba la Volkskammer, el antiguo Parlamento de Alemania Oriental. Paradójicamente su destino será posiblemente ser convertido en escombros. Una reciente inspección ha descubierto importantes filtraciones de asbestos, imposibles de reparar.

Dentro del caos laboral que sufren los antiguos ciudadanos de la RDA, en el campo de los museos existe an apacible oasis. Parece que la práctica totalidad de los empleados de los museos de Berlín Oriental van a conservar sus puestos de trabajo. "De todos modos no éramos muchos", explica la jefa de prensa del Museo Pergamon, Anne Lemke.

Sin embargo, contra lo que podría parecer, la asistencia a los museos ha bajado desde la unificación. "Ya no vienen los grandes grupos organizados que llegaban de los países socialistas, ahora eso es demasiado caro para ellos desde que aquí funciona el marco alemán", explica Lemke.

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