Todo un concertista

El criterio de programación de Sergiu Comissiona se incliria hacia obras poco explotadas y, en muchas ocasiones, nuevas para Madrid. En sus conciertos de esta semana con la Sinfónica de RTVE ha seleccionado tres partituras directa o indirectamente relacionadas con la danza: las FantástiCas, de Turina; las Sinfónicas, de Rachmaninov, y el Concierto para violín, de Rodolfo Halffter.Era esta obra, poco interpretada a pesar de su indudable valor, lo más atractivo de la tarde, pues el tríptico de Turina se cuenta entre los favoritos de nuestro repertorio. El concierto data de 1940, lo que quiere decir que es la primera partitura compuesta por el mayor de los Halffter en el que sería su segundo país, México, a cuya cultura se incorporó en un momento renaciente de la vida musical nexicana.

Es bien conocida la evolación posterior de Rodolfo Halffter a partir del cuarteto en el que se acerca, por vez primera, a los supuestos de la segunda escuela de Viena; pero el Halffter de 1940 es, lógicamente, el mismo que abandonó España el año anterior, lo que queda bien claro en una partitura que, sin embargo, posee rasgos personales y se sitúa en la cima de su contribución al nacionalismo neociasicista. casi podríamos decir al neocasticismo, término acuñado después por Joaquín Rodrigo para sí mismo.

Dominio técnico

Ángel Jesús García tocó la obra excelentemente por dominio técnico, belleza sonora y medida expresividad. El muy bello Atilante cantabile, con su lirismo sin concesiones y sus diálogos con el violonchelo, resultó modélico, tanto como había sido la construccíón airosa del alegro. ele ritmos y temas inconfundibleraente españoles. El rondó final queda estéticamente cercano al Concierto de estío, de Rodrigo. y es que, a veces, ni los duelos ni la mar amarga son suflicientes para violentar las mutaciones del pensamiento y el lenguaje artísticos. El éxito de la obra y sus Intérpretes fue clamoroso, el más azusado de la tarde.Se tocan rara vez las Danzas sinfónicas, contemporáneas del concierto de Halffter, última partitura orquestal de Rachmaninov en la que da un nuevo toque al tema gregoriano del Dies i . rae, aparecido antes en las Varíaciones-Paganini y en la Tercera sinfonia.

La obra, "último chispazo del pianista autor, como él misrno decía, es más bien postrer esfuerzo. Su poematismo cinematográfiÍco, su hinchazón al Jesarrollar extensamente ideas muy febles, sitúan las Danias muy por debajo de otras creaciones de Rachmaninov. La versión fue tensa y, clara como la misma música, y, el éxito evidente.