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LA DIFÍCIL TRANSICIÓN SOVIÉTICA

Los obreros de Minsk se plantan

Pilar Bonet

Un flujo interminable de personas acudía a la plaza del Gobierno de Minsk, la capital de Bielorrusia, en una mitin espontáneo que por primera vez sacó a la calle a los obreros de aquel importante centro industrial en el occidente de la URSS. Junto a la estatua de Lenin, pedían la dimisión de Mijaíl Gorbachov y el cambio de sistema social en un clima abiertamente anticomunista.Minsk vivió ayer su segunda jornada de protestas políticas y económicas. Su detonante fue la subida de los precios de los productos básicos combinada con su ausencia en las tiendas, según nos explicó por teléfono el periodista Oleg Gruzdilovich.

"Estábamos acostumbrados a ver a intelectuales y activistas del Frente Popular en los mítines, pero hasta ahora no habíamos visto a los obreros", señalo Gruzdilovich. "Algunos amenazan con desmontar el edificio del Soviet Supremo ladrillo a ladrillo, si no aparecen bienes de consumo en las tiendas", afirmaba el periodista, según el cual las autoridades difícilmente tienen algo que poner a la venta.

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El día 2 de abril, los obreros de la fábrica electrotécnica Kozlov llegaron al trabajo irritados por la subida de los precios. Salieron a la calle y rápidamente se sumaron a ellos los obreros de las fábricas vecinas, hasta formar una multitud. Allí, bloqueando el tráfico, redactaron un manifiesto de reivindicaciones económicas y políticas y eligieron a un comité de huelga de nueve personas. En huelga está prácticamente toda la industria local, la fábrica de automóviles, la de tractores y de motos, entre otras.

Una característica interesante de lo que sucedía en Minsk es el rápido arraigo de estructuras obreras que hasta hace varios días eran marginales. El sábado pasado, nos dijo Oleg Gruzdilovich, se formó en Minsk la Confederación de los Comités de Trabajadores, sobre la base de la Unión de los Trabajadores de Bielorrusia, un organismo que mantenía contacto con las estructuras de los mineros.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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