Un Shakespeare libre y divertido
Un juego: Shakespeare inventó un juego epitalámico, y esta compañía ambulante aumenta, con todos los recursos teatrales inventados desde entonces, y los bien inventados por ellos. Respeta textos, pero corta y añade ("Remember Stanislawski: improvise", dice un personaje a otro), sobre todo gesticula, salta, baila, canta a su manera, con una pequeña música cuya base principal es la percusión que ejecuta el actor que hace Puck: el duendecillo que, aquí, no habla mas que con onomatopeyas. Esta actuación está destinada a público poco acostumbrado al teatro y es, nos dicen -y lo vemos- tributaría del circo -mucho- y del carnaval. También parece poco confiada en el conocimiento de la lengua inglesa por su público, y hace un esfuerzo -se agradece- por decantar la pronunciación. Son excelentes actores, músicos, mimos; algo acróbatas. Se dirigen a sí mismos, que es lo mejor que puede hacer una compañía de buenos profesionales: cada uno aguza su papel, o sus escenas, ante los demás. Los espectadores lo pasaron bien en esta primera función del Festival Internacional de Teatro. Rieron mucho: y sus aplausos fueron largos.
El sueño de una noche de verano
De Shakespeare. Intérpretes: Margarete Biereye, Joe Cunningham, Patrick Hayter, David Johnston, Steve Johnston, Katarzyna Klebba, Pureza Pinto-Leite, Boris Sekhon, Maggie Watkiss, Rowan Wilye. Escenografía y máscaras de Fredericka Lascelles. Vestuario de Charmian Geoodall, Marianne Prins, Larisa Sekhaton. Dirección colectiva de Footsbarn Travelling Theatre. Madrid. Comedia, 4 de marzo.
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