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Más de 2.000 guerrilleros del EPL colombiano entregan las armas

ENVIADA ESPECIALEl diputado en la Asamblea Constituyente colombiana Darío Mejía recuperó el viernes por unas horas su grado de comandante del Ejército Popular de Liberación (EPL). Con camisa de campaña y al cinto el revólver, presidió en Labores, pequeña población ubicada 150 kilómetros al norte de Medellín, la entrega de armas del EPL. Más de 2.000 insurgentes del grupo, uno de los más radicales, finalizaron así sus actividades militares en todo el país.

A la orden de "entregar el arma", Darío, comandante Jairo Morales, desató el pañuelo rojo que llevaba anudado al cuello, envolvió en él el Colt 38, y lo puso en manos del constituyente Francisco Rojas Birry, que actuó como veedor. En seguida, el ex guerrillero regresó con la cabeza gacha al lado de los otros cinco miembros del estado mayor del grupo que presidieron el acto. Les abrazó uno a uno, y todos ellos lloraron.

Veedor del PSOE

"No es precisamente el día más feliz de mi vida; creo que los mejores días están por venir", declaró a EL PAIS el ex combatiente. En otros cinco campamentos del EPL, ubicados en diferentes regiones, se celebraron actos similares. En Pueblo Nuevo, pequeño municipio de la región bananera de Urabá, Ricardo Gutiérrez, el comandante que abrió el proceso de paz hace ocho meses, dejó su pistola en manos de Manuel Molina, miembro del Partido Socialista Obrero Español (PSOE) y veedor internacional.Gutiérrez se retiró de las filas de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y se unió al EPL a comienzos de los años setenta. Per la misma época, este último grupo no sumaba más de 30 hombres.

Con estos actos, son ya tres los grupos insurgentes que en menos de un año optan por el camino de la legalidad. El M19, hoy convertido en segunda fuerza electoral de Colombia, fue el primero en dar este paso hace un año. El EPI, nació hace 23 años en Los Llanos del Tigre, al sur de la provincia de Córdoba. Hace sólo 10 años dejó de ser un grupo maoísta ortodoxo. El viernes, muy cerca de Los Llanos del Tigre, en el campamento Juan José, el comandante Marcos Jara, un maestro que ingresó en la guerrilla a los 16 años, ayudó a guardar las armas de sus 500 combatientes.

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