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Los esfuerzos de Gorbachov

Joaquín Estefanía

Mientras miraba nervioso el reloj, Yegor YakovIev. director de la revista Novedades de Moscú, dijo: "Desde los tiempos de Stalin no había sucedido nada parecido en el Kremlin a estas horas". Era la medianoche del pasado jueves -más de las dos de la madrugada en Moscú-, poco antes de que Vitali Ignatenko, portavoz de Gorbachov, anunciase que Irak aceptaba el plan de paz soviético. Yákovlev, presente en Madrid, consiguió que sus anfitriones se olvidasen durante más de dos horas de la guerra del Golfo cuando describía la dramática situación de la Unión Soviética.Pasa a la página 15

JOAQUÍN ESTEFANÍA

Los esfuerzos de Gorbachov

Viene de la primera páginaEl mero hecho de que la crisis soviética esté pasando inadvertida en el maremágnum del golfo Pérsico es un dato político más de la realidad. YákovIev agregó ambos problemas al reflexionar en voz alta: "Me pregunto ahora quién está peor, si Gorbachov o Sadam...". El enunciado de la cuestión que compara las tragedias de Sadam Husein y de Gorbachov, por distintos motivos, lleva implícita la respuesta y el peligro de que concentrando toda la atención en un foco forcemos a que el estallido se produzca en el otro, con el silencio cómplice de todos. Yegor YákovIev se ha considerado hasta hace poco un hombre de Gorbachov; justo hasta que se produjo la matanza de Vilna, punto de referencia pretextual para que personas de la máxima confianza del líder soviético hayan comenzado a abandonarle. Tras la intervención militar en Lituania, Novedades de Moscú publicó en primera pagina una durísima declaración firmada por casi todos los miembros fundadores de la revista condenando los acontecimientos y culpando a Gorbachov.

Y, sin embargo, algo tiene este hombre que hace unos meses nos encandilaba a su paso por España para renacer de sus cenizas y de sus fracasos una y otra vez. Gorbachov padece al mismo tiempo la rebelión cada vez más cruenta de la mayor parte de las repúblicas que componen la URSS; una espectacular crisis económica con desabastecimiento en la calle, en un momento peculiar en el que no hay ni plan ni mercado; la pérdida de influencia internacional en un mundo que ha pasado de considerar a la URSS como superpotencia a país tercermundista susceptible de ayudas económicas masivas; una feroz lucha entre conservadores y radicales por el poder, en el seno del propio PCUS, que implica la pérdida del equilibrio político, y la inclinación cada vez mayor del líder hacia una de las dos banderías la conservadora); etcétera.

Pues bien, en esta coyuntura de extrema dificultad, cuando todos los sondeos internos indican que está en el punto más bajo de su popularidad, con porcentajes de apoyo popular casi testimoniales, Gorbachov ha encontrado fuerzas para convertirse en punto de referencia de las últimas iniciativas de paz en el golfo Pérsico. Es una referencia nada artificial, puesto que la URSS era hasta ahora la principal potencia aliada de Irak en la zona: centenares de asesores civiles y militares (no se sabe cuántos quedan hoy en el interior de Irak) y muchas toneladas de armas soviéticas han acompañado a Sadam Husein en su aventura expansionista de los últimos meses. Si al final la lógica desarrollada por Gorbachov acabara por abrirse camino, evitando los efectos más nocivos de la guerra, habría dado otro salto hacia la historia. Y, sin embargo, corre el peligro cierto de que, después de tantos intentos, quede arrumbado por ésta. "El destino de todos los reformadores es trágico", recordaba YákovIev.Tal vez a la hora de leerse este artículo ha, a comenzado la ofensiva terrestre, lo que significaría que los esfuerzos de paz han fracasado. O tal vez no. En cualquiera de los dos casos habrá vencido el ultimátum del presidente Bush, como cabeza de la coalición internacional, por lo que es imperativo recordar otra vez rrilás que lo que las Naciones Unidas han aprobado es una guerra de liberación de Kuwait, no el final de Sadam Husein y su ejército, por íncómoda que sea su supervivencia y la del régimen dictatorial que lidera. Al fin y al cabo, en la zona hay su5cientes ejemplos de derrotas de las que nacen héroes (Nasser), cie que los extremistas de ayer son los moderados de hoy (Gaddafi) y de que el adversario de la víspera es el mejor aliado del mañana (Siria o Irán). Si de lo que se trata es de impedir que Sadam devenga en un caricaturesco Che Guevara de las Jóvenes generaciones árabes, habrá (que lograrlo mediante el convencimiento, no convirtiéndole en "el guerrillero heroico".Abierta desde el pasado jueves la puerta de las negociaciones políticas, habría que seguir con ellas mientras quede un hálito de esperanza. Tras las reuniones de Moscú, los políticos arrebataron la iniciativa y la lógica -aunque sea de modo coyuntural- a los; militares. Hay que cargarse de razón no sólo frente a los falsos pacifistas que con su acción apoyan objetivamente a Husein, sino sobre todo contra los belicistas que empujan a una solución definitiva y sin matices del conflicto. Belicismo contra belicismo, estas posiciones ideológicas atentan contra lo mas sustancial de aquello en lo (que creemos: la tolerancia y la necesidad de que los dogmatismos desaparezcan:

- El belicismo hace aflorar lo peor de cada pueblo, la apelación a lo irracional. Por ejemplo, la vertiente fanática de la cultura islámica, y no la culta y refinada de la misma, que tuvo en España magníficos representantes; por ejemplo, la intransigencia de algunos telepredicadores norteamericanos; por ejemplo, el estado de excepción de conquistas y, valores democráticos (la libertad de expresión, el predominio de los secretos militares y la ausencia de su control, la preponderancia audiovisual del poder militar, etcétera).

-El belicismo oculta las propias responsabilidades. Hemos repetido, con razón, que la guerra comenzó el 2 de agosto con la invasión de Kuwait, una agresión despótica, cruel y contraria al derecho internacional contra un Estado independiente (por otra parte nada democrático), lo que requería una intervención para volver al statuquo anterior y facilitar las condiciones para su reforma. Pero la intensisima propaganda belicista que acompaña a esta realidad ensombrece el hecho de que las responsabilidades de Sadam no son únicas; muchos miembros de la coalición internacional y la URSS ayudaron a encumbrarlo e hicieron posible la agresión al armarlo.

-El belicismo rompe la cohesión social y algunas solidaridades básicas -y aún más, de interés político y estratégico- que son producto de la vecindad y del mutuo conocimiento. En esta guerra, Europa puede resultar la gran perjudicada en sus relaciones con los vecinos árabes. Y dentro de ella, España. su frontera del Norte. El mundo árabe es a Europa, mutatis mutandi, lo que México a Estados Unidos. Es concebible en ese escenario un conflicto como el del golfo Pérsicog

-El belicismo da un carácter selectivo a su apelación a la razón jurídica. El famoso doble rasero en el cumplimiento del derecho internacional: Sadarri reclama elecciones libres en K.uwalt y su dictadura no permite opinión pública; la ONU dicta resoluciones sobre los territorios ocupados o los tribunales condenan el minado del puerto de Managua y las sentencias rio se cumplen. El calado rnás grave de los delitos de Sadam Husein no justifica el olvido de las otras conculcaciones de la norma internacional. El belicismo apela a los procedimientos Jurídicos, pero olvida los principios fundamentales del derecho

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Los esfierzos de Gorbachov

Viene de la página anterior(proporcionalidad de los medios, que el bien jurídico a proteger sea superior al quebrantado ... ), las consideraciones morales y humanitarias, la equidad. Sólo sirve el derecho para el propio interés.

- El belicismo desarrolla prácticas imperiales. No basta a sus intelectuales orgánicos la idea del liderazgo, sino que reclaman un hegemonismo monolítico y desmesurado. Ahí están algunos senadores norteamericanos defendiendo -¡desde hace semanas!- la utilización de la bomba atómica. Los belicistas no creen que la guerra ya es bastante tragedia para sacrificar a ella lo único que la justifica -Impedir, como ahora, que el más fuerte imponga su ley-, sino que pretenden acabar con el contrario, humillarle, en ocasiones con componentes xenófobos propios del fascismo.

Frente a la dialéctica del belicismo o del enganoso seudopacifismo hay un camino estrecho para la defensa de la paz y el derecho como bienes inseparables: es el camino que ha intentado escoger, entre otras voces, este periódico. Pero, a medida que la lógica de la guerra lo aplasta todo, crece el escepticismo sobre la virtualidad de las posturas no fanatizadas por ambas posiciones; aquellas que tienen más interrogantes, son menos contundentes, pero están comprometidas con la defensa de los valores democráticos.

Las propuestas de paz de Gorbachov siguen estando ahí, en cualquier caso como punto de referencia: no se han negociado las condiciones de la retirada de Kuwait, ya que Sadam ha aceptado que ésta sea "completa e incondicional" sobre el papel, sino sus modalidades y su práctica. El dictador iraquí debe hacer el gesto inequívoco de abandonar en su totalidad el territorio de Kuwait, sin más dobles lenguajes de consumo interno y externo. Si las tentativas de paz se consolidasen in extremis, será porque la renuncia a la inacción política frente al quebrantamiento del derecho, el juego de los equilibrios y contrapesos mundiales y un mínimo de sensatez humana habrá imperado sobre la dialéctica de las pistolas; si no lo hacen, quienes hayan obedecido al imperativo de la sensatez y al derecho no podrán tampoco lavarse las manos ni olvidar los horrores de la guerra.

Sólo quedará entonces la fortaleza de las convicciones democráticas, atravesadas por la duda: ¿se hizo todo lo posible? En la contradicción entre la causa necesaria y el instrumento horrible recordaremos al atribulado piloto que destruyó Hiroshima, cuya sorpresa por los efectos del arma mortífera le arrojó a la cuneta de la historia. Contaba YákovIev que, pese a sus errores y a las desviaciones del espíritu de la perestroika, Gorbachov entiende que todas las reformas han de hacerse sin pérdida de vidas humanas. Por ello, hoy es más actual que nunca el pensamiento de antes del 15 de enero; aquel que hizo declarar a uno de los actores del conflicto: "Nada tiene un coste mayor que la guerra. No sólo por la pérdida de vidas humanas, sino además por los enormes efectos políticos, económicos y de estabilidad. La guerra es un mal que hay que evitar por todos los procedimientos".

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