"Con el Magreb intentamos salvar lo salvable"
"El Magreb no está en llamas", asegura en tono apaciguador Jorge Dezcallar, director general de África y Oriente Próximo, a su regreso de una gira por cuatro países norteafricanos, precursora de la que efectuará suministro, Francisco Fernández Ordóñez, la semana próxima. Reconoce, no obstante, que entre esa región convulsa y Europa "está surgiendo un foso", aunque por ambas partes se quiere "salvar lo salvable".
Desde que hace ocho años fue nombrado subdirector de África del norte y en 1985 director, este mallorquín de 45 años, quien recibió ayer tarde a EL PAÍS, se ha convertido en uno de los mejores expertos en el Magreb.Pregunta. ¿La guerra aleja al Magreb de la Europa del sur?
Respuesta. Está surgiendo un foso entre ambas orillas del Mediterráneo. Aquí prevalece la incomprension y el temor y allí un sentimiento de humillación porque la ONU y Occidente miden con doble vara a árabes e israelíes. La. excepción es, paradójicamente, Trípoli. En Libla el integrismo islámico está controlado y no resulta económicamente perjudicada por el conflicto.
P. ¡Qué consecuencias económicas tiene la guerra para los cuatro países magrebíes más poblados?
R. Graves. En el último país que visité, Túnez, el turismo fue el mes pasado de tan sólo 4.500 personas, cinco veces inferior a enero de 1990. Marruecos, por ejemplo, adquiría el 70% de su petroleo a Irak y Kuwait y lo pagaba exportando productos manufacturados. Ahora se ve obligado a desembolsar divisas. A Argelia no llega ya inversión extranjera y se ha parado la reforma económica. También está paralízada la reforma política. Las elecciones generales ya no serán en marzo y, acaso, ni siquiera en junio.
P. Visitó Trípoli y Túnez cuando la Prensa ya había revelado que los bombarderos B-52 atacaban Irak desde la base de Morón. ¿Qué le dijeron?
R. Aunque cueste creerlo no se me ha mencionado este asunto, a pesar de que la Prensa local le dedicase titulares. La postura española de cara al Golfo es corriprendida. Saben dónde estamos y qué compromisos tenemos con las organizaciones a las que pertenecemos. Saben por tanto que no podemos tener la misma política exterior que Burundi. De momento estamos logrando salvar nuestra especificidad española. No nos confuden con los británicos. Nos agradecen que, mediante visitas como la mía, intentemos tender puentes con ellos.
Ceuta y Melilla olvidadas
P. ¿Le hablaron de Ceuta y Melilla?
R. No. Tampoco.
P. ¿Qué hay que hacer para evitar que los vecinos magrebíes dén algún susto a España?
R. Tejer un entramado de mutuos intereses económicos mediante cooperación e inversiones españolas. Con Marruecos, Mauritania y Túnez hemos ya recorrido un buen trecho en esta dirección. Con Argelia estamos barajando la idea de proponerle un tratado global de cooperación y buena vecindad similar al que acordamos concluir con Marruecos en diciembre, al término de la visita del presidente González. Nuestra pertenencia a una CE que funciona por consenso y con la que estos países efectúan entre el 55% y el 65% de su comercio es también una buena garantía contra los sobresaltos.
P. A pesar de ese tupido entramado, Francia es el país europeo más odiado por los magrebíes. ¿Puede España sacar partido del rechazo antifrancés?
R. España no tiene capacidad de sustituir a Francia. No podemos, por ejemplo, absorber a los 20.000 estudiantes magrebíes que acoge. La tirantez con Francia sólo nos puede servir para que los magrebíes se lo piensen dos veces antes de enfadarse con España. No se pueden pelear a la vez con todos sus vecinos. Qué duda cabe, sin embargo, de que de ahora en adelante las relaciones Magreb-Europa meridional serán mas complicadas. Por ambos lados intentamos salvar lo salvable. Por eso el foro de cooperación 5 + 4 (Magreb y España, Francia, Italia y Portugal) está llamado a jugar un papel más relevante.
P. ¿Cómo explica que las sociedades árabes más sensibles a la guerra sean las magrebíes, las más alejadas del Golfo?
R. En los tres países más poblados se produce un despertar de la opinión que vive pasionalmente la guerra. La oposición, sobre todo en Marruecos socialistas y nacionalistas, utilizan este sentimiento para forzar una apertura política. Y los gobiernos se esfuerzan también en sintonizar con la calle.
P. ¿Son sociedades que se deslizan irremediablemente hacia un Islam integrista?
R. El islamismo va a crecer, Los árabes creen que viven una de las horas más bajas de su historia y subliman esa frustración por la vía religiosa. Buscan aquello que en el pasado favoreció el esplendor del Islam. La estrategia de la coalición antliraquí, que intenta evitar bajas occidentales, alarga la guerra. Aumenta así la exasperación popular y se complica también la posición de los gobiernos magrebíes. Ahora bien, me entrevisté en Argel con Abasi Madani [líder del Frente Islámico de Salvación] y me transmitió un mensaje moderado.
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