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La última provocación de David Lynch, 'corazón salvaje', llega a España

Clasificada X en EE UU y cortadas dos escenas, en Europa se exhibe en versión íntegra

Ya llega. Tras la Palma de Oro en el último festival de Cannes, y después de las dentelladas de la censura norteamericana, que hasta llegó a calificarla X y censurar dos escenas, hoy se estrena en España Corazón salvaje, la última película de ese cineasta norteamericano, independiente y provocador que se llama David Lynch, aunque el nombre que más le vaya sea el que le puso Mel Brooks: el James Stewart de Marte. Sexo, violencia y hasta vértigo para el espectador son los ingredientes que combina Lynch en Corazón salvaje, vigorosamente encarnados por los actores Nicholas Cage y Laura Dern que, a modo de contemporáneos e ingenuos Bonnie y Clyde, están acompañados de Isabella Rossellini y Willem Dafoe, en papeles de lo más perverso.

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Después de poner a medio mundo en vilo por conocer quién mató a Laura Palmer en la serie de televisión Twin Peaks (primera parte), David Lynch leyó el manuscrito de La historia de Sailor y Lula, de Barry Gifford -la novela ya está publicada en España, por Alianza Editorial-, y el cineasta decidió que lo convertiría en película e hizo el primer borrador del guión en sólo seis días. "Hubo algo en el libro que me intrigó como para querer pasar todo un año viviendo en ese pequeño mundo. El libro es muy distinto a la película, pero tiene esos dos personajes, Lula y Sallor, que poseen una especie de fuerza interior que les hace superar la adversidad. Yo veo Corazón salvaje como una comedia violenta, más sencilla y honesta que Terciopelo azul", ha dicho Lynch.Pero de sencillez nada, porque el creador -41años- de Cabeza borradora, El hombre eleJante, Dune, Terciopelo azul y Twin Peaks ha convertido las, aventuras de un ex presidiario enamorado de una chica bien en un retrato de la otra cara del sueño americano. La más dura y violenta. Además, Lynch ha creado situaciones que no estaban en la novela de Gifford y, precisamente, han sido éstas por sexo y 'violencia, las que provocaron que la renaciente censura norteamericana calificara la película con una X -luego sustituida por mayores de 17 años-, solamente permitiera su estreno en los circuitos classic, de cine de arte y ensayo, y hasta suprimiera dos escenas.

Mundo retorcido

El sexo es una manera de soportar la sucia realidad, vienen a decir Lula y Sailor que, además, están profundamente enamorados. "Quería conseguir un mundo retorcido, violento y salvaje, en el que estallara en medio la historia de amor de la pareja", ha explicado Lynch. Y así lo hizo, tan efectivamente al parecer, que una escena de Lula y Sallor haciendo el amor y otra, terrible, del atraco al banco de Willen Dafoe han merecido la respuesta de la censura norteamericana.

En los países de Europa, donde Corazón salvaje se ha ido estrenando desde el pasado mes de diciembre, la versión que se exhibe es íntegra. Y lo mismo ocurrirá desde hoy en España.

Integrismos aparte, quienes no están nada molestos sino todo lo contrarió con David Lynch, son los actores de Corazón salvaje, algunos de ellos ya habituales en las películas del director.

"David me permite interpretar papeles que otras jamás me ofrecerían, como la atormentada mujer de Blue velvet o la loquísima Perdita Durango de Corazón salvaje", ha dicho Isabella Rossellini. Nicholas Cage dice: "Esta película trata, para mí, de cómo llegar a un lugar mágico, igual que el del Mago de Oz, con tu chica, donde nadie te pueda ni tocar. Es una gran historia de amor". Laura Dern afirma: "Lula y Sallor son como una sola persona que realiza un viaje alucinante, porque están rodeadas por un mundo atormentado".

Y ese "viaje alucinante" de la pareja se transforma hasta en sicodélico, en un recorrido como de montaña rusa para el espectador, pues David Lynch no cesa de sorprender, provocar, y hasta poner otro final después del final. "No sé nada del mundo en que vivo; por eso hago películas", dice el cineasta. "¿Por qué se molestan algunos cuando introduzco elementos inquietantes en ellas?".

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