Hacienda recaudó 361.100 millones menos, pese a ingresar más por renta
Durante 1990 se quebró la tendencia que había instaurado el equipo económico del Gobierno del PSOE de recaudar más de lo presupuestado. Los ingresos del Estado fueron el año pasado 361.100 millones de pesetas inferiores a lo previsto en un presupuesto elaborado y aprobado ya en 1990. Esa caída, de un 3,4%, en los ingresos públicos contrasta con los resultados del año anterior, cuando la recaudación superó las previsiones presupuestarias en un 8,2%.
El cierre del presupuesto del Estado para 1990 se salda con un déficit de 1,17 billones de pesetas, lo que equivale al 2,3% del producto interior bruto (PIB). Se contabilizaron unos ingresos públicos de 10,2 billones de pesetas y unos gastos de 11,54 billones. Tras estas cifras subyace un fuerte aumento del déficit, un gasto final (medido por las obligaciones reconocidas) prácticamente idéntico a lo presupuestado, y unos ingresos sensiblemente inferiores.El aumento del déficit público, del 1,7% del PIB de 1989 al 2,3% del año pasado, no se debe, según el informe que presentó ayer el ministro de Economía y Hacienda, a la caída de los ingresos respecto a las previsiones iniciales. El análisis de Hacienda pone el énfasis en que en 1990 se realizaron dos devoluciones de renta, las correspondientes a 1988 y 1989.
Un ajuste contable -que ya apuntó Solchaga el año pasado durante el balance de 1989 y que consiste en imputar las devoluciones al periodo en que deberían haberse efectuado- habría colocado el déficit de 1989 en el 2,5% y el de 1990 en un 1,7% del PIB. Este ajuste daría aún más peso al IRPF en la recaudación global del Estado a lo largo del último ejercicio.
Los ingresos públicos han quedado por debajo de lo previsto porque éste ha sido el comportamiento del IVA, del impuesto especial sobre el petróleo y, en menor medida, del impuesto sobre sociedades. Las previsones estarían mucho más lejos de la realidad de no ser por el empujón que ha dado a los ingresos la recaudación del IRPF.
Mientras el IVA recaudaba 265.400 millones menos de lo presupuestado, el monopolio de petróleos 144.100 millones menos de lo previsto y el impuesto sobre sociedades 62.700 millones menos, la recaudación por el IRPF superaba lo presupuestado en 185.400 millones. Y esto sin tener en cuenta el ajuste contable de las devoluciones realizadas a principio de año.
La recaudación del IRPF, además, está totalmente respaldada por las retenciones a cuenta realizadas para el pago de este impuesto (que descansa en más de un 70% en las rentas del trabajo). El año pasado, por primera vez desde la implantación del IRPF, la cuota diferencial neta del impuesto (es decir, el total declarado menos las retenciones a cuenta) fue negativo.
La cuota diferencial negativa de 1990 se produce tras un aumento de los ingresos por retenciones sobre rentas del trabajo y actividades profesionales del 23%, y que es sensiblemente superior si sólo se consideran las rentas del trabajo. El aumento de las efectuadas sobre las rentas del capital fue del 40%. El fuerte aumento de estas últimas se debe tanto al paso del 20% al 25% de estas retenciones desde julio de 1989 como, y sobre todo, a la fuerte expansión de las supercuentas.
El aumento de la recaudación del IRPF sobre el presupuesto contrasta con la diferencia entre el optimismo de las previsiones y la realidad final en el IVA, el impuesto sobre sociedades y el monopolio de petróleos. La explicación del pobre comportamiento del IVA no descansa principalmente en el fraude que empieza a descubrirse sobre este impuesto sino en el enfriamiento de la demanda interna y la consiguiente caída del ritmo de crecimiento de las importaciones.Mayor presión tributaria
El 'lado amable' de las cifras, que ajustan el déficit gracias a las devoluciones por debajo del 2%, tiene como contrapeso un aumento de la presión tributarla. Es decir, el total recaudado por impuestos sobre el PIB en 1990 respecto al año anterior. Con los datos 'ajustados' los contribuyentes pagaron el año pasado al Estado por impuestos el 18,62% del producto interior bruto, mientras que en 1989 la presión tributarla fue del 17,98%.
Los 10,2 billones de pesetas que el Estado recaudó en 1990 se destinaron a sufragar 11,3 billones de pesetas de pagos no financieros o gasto público. Ese gasto final es, además, ligeramente inferior a los 11,4 billones de pesetas a que ascendían los créditos inicialmente presupuestados. En 1989, sin embargo, los pagos finales superaron a los créditos iniciales en algo más de un 5%.
Por capítulos, las transferencias corrientes acapararon la partida más abultada del gasto, seguidas por los gastos de personal. Todos, con la excepción de los gastos en bienes y servicios, aumentan una media del 10% sobre el gasto de 1989. La excepción consiste en una caída del 12,6% del gasto en bienes y servicios; una bandera del gasto corriente sobre la que se puede aplicar el ajuste, con el único inconveniente de que su peso en el gasto total es inferior al 3%.
El primer receptor de los 5,5 billones de pesetas de transferencias corrientes fue la Seguridad Social (1,72 billones de pesetas), seguida de las Comunidades Autónomas (un billón de pesetas) y las corporaciones locales por la aplicación de la ley de Haciendas Locales (0,8 billones).
Por otro lado, el saldo de aportación a la Comunidad Europea sigue arrojando una cifra positiva para España de 120.000 millones de pesetas.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.