El miedo cunde en Adana
Los habitantes de la ciudad turca, testigos del ir y venir de aviones de EE UU a Incirlik
Los habitantes de Adana no saben a qué tener más miedo, si a los misiles iraquíes, a los accidentes de los bombarderos norteamericanos de la cercana base aérea de Incirlik o a los extremistas que ponen bombas. El sábado, una granada de mano fue lanzada contra el consulado de EE UU en esta sureña ciudad turca, pero los cristales que se rompieron fueron los del edificio de enfrente. Otra pequeña carga explosiva había estallado minutos antes en el centro cultural turco-norteamericano.
Dev-Yol, un grupo terrorista de izquierdas, se responsabilizó de los atentados en una llama da a la prensa local. Anoche sin embargo, seguía sin saberse quiénes fueron los que coloca ron dos bombas en Ankara, en los edificios en que se encuentran las oficinas de las líneas aéreas saudíes, francesas y japonesas. Ambos edificios están situados al otro lado de la calle de la Embajada de EE UU.Desde que empezó la guerra del Golfo, el millón de personas que vive en Adana contempla temeroso el ir y venir de los aviones norteamericanos. De día son naves de transporte, los C-5 y los C-130. En la madrugada son bombarderos que se dirigen desde Incirlik, a 12 kilómetros de Adana, hasta Irak con los vientres llenos y vuelven de vacío a las tres horas.
Hacia las cinco de la madrugada de ayer (las cuatro, hora peninsular española), dos AWACS, los aviones dotados de los sistemas de radar más avanzados, despegaron de Incirlik. Un cuarto de hora después lo hicieron cuatro aviones cisterna, encargados de rellenar de combustible a los bombarderos. Finalmente, a los 10 minutos comenzó el rosario de bombarderos. Salieron uno a uno, a intervalos de segundos, hasta sobrepasar las 40 unidades. La dirección era única: Irak. A las diez de la mañana estaban de regreso.
Las medidas de seguridad en la ciudad son fuertes. Tal vez para no enfrentarse con la nutrida Policía Militar que patrulla las calles, y a pesar de que toda la gente a la que se pregunta dice estar en contra de la guerra, la marcha de protesta hacia la base de Incirlik que iba a encabezar el líder de la,oposición turca, Erdal Inonu, se quedó en una conferencia.
Abdulá Kormaz es uno de los 12 funcionarios que componen el equipo de defensa civil de la ciudad. Todos, menos el director, son jóvenes sin experiencia que hasta hace muy poco no habían oído hablar de armas químicas ni se habían interesado por saber si hay o norefugios antiaéreos. Kormaz se ha aprendido bien la lección y asegura que hay "refugios y hospitales suficientes". La semana pasada se repartieron 10.000 máscaras antigás, entre ellas la suya, y Kormaz considera que "son suficientes".
Alarma antiaérea
Según periodistas del diario Günes, sólo 150.000 adaneses tienen cabida en los refugios. Esto se puso a prueba en la tarde del martes pasado, cuando hacia las ocho sonó, por primera vez en muchos años en Turquía, una alarma antiaérea.
El agudo silbato lanzó a la calle a miles de personas que buscaban refugio. En el sótano de hormigón del hotel Buyuk Surmeli, el más grande de la ciudad, entre las calderas de la calefacción y las máquinas de la lavandería, más de 1.000 hombres, mujeres, niños y ancianos pasaron las dos horas más angustiosas de su vida. Tuvieron suerte de que no hubiese huéspedes y de que fuese una falsa alarma. En los demás hoteles sucedió lo mismo. -
"Fue un error de la base de D¡yarbakir, cuyos radares captaron los Scud lanzados por Irak contra Israel y creyeron que el objetivo era Adana. Mandaron un mensaje de alerta y el Gobierno hizo sonar las sirenas", indican los encargados de la defensa civil.
Ese día amaneció gafe. Un avión norteamericano, antes de aterrizar en Incirlik, dejó caer sobre el distrito Diecinueve de Mayo "dos bolas de fuego". Oguz Celik, cuya carpintería se salvó del incendio sólo por 25 metros, señalaa que nada más caer las bolas surcó el cielo un misil Patriot, que al no encontrar el supuesto Scud enemigo estalló en el aire.
Un niño de seis años continúa en estado crítico a consecuencia del impacto de un trozo de Patriot. Hasta ahora es la única víctima turca de la guerra de Golfo, pero son muchos los que temen por sus vidas si entran en guerra.
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