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Crítica:TEATRO
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Biografía de muchas señoras

Es una comedia en primera persona: Lidia Constanza (Julia Gutiérrez Caba) cuenta su vida al público, el día en que cumple 50 años; los personajes que intervienen no son tales, no tienen su personalidad verdadera sino la proyección que ella misma hace en su recuerdo de cómo les ve, les siente o se relaciona con ellos; no son, por lo tanto, mas que mequetrefes, sean padres o marido, novio o amiga, hija o vecina. Ella misma los inventa y su autor, naturalmente, que está dentro de ese personaje principal y asoma por donde puede con su ironía y su sorna. La consecuencia es la habitual: este personaje sólo ve su vida como frustrada; y lo fastidiada que está como consecuencia de los otros y, como es una comedia, los otros son, además de malos y tontos, ridículos: que puede tomarse como una manera de ser graciosos. Es una reflexión muy humana y muy española la de culpar al país, a la sociedad y finalmente a los seres queridos -porque, finalmente, lo son- de todas las desgracias grandes o pequeñas, por las que uno no está dispuesto a culpabilizarse.

Feliz aniversario

Adolfo Marsillach. Intérpretes: Julia Gutiérrez Caba, Alberto de Mendoza, Pilar Bardem, Ana María Barbany, Roberto Mosca, Blanca Marsillach. Escenografía y vestuario: Carlos Cytrynowski. Dirección: Adolfo Marsillach.

Arquetipos

El personaje es ama de casa: arrastra, por lo tanto, todo el peso legendario de su condición, según los arquetipos de uso corriente y explotación habitual. El personaje está en su teatro. El Marquina tiene buena fama de albergar un público de señoras que no necesariamente están frustradas personalmente, pero aprecian esta clase de tópicos y se ríen con las caricaturas de familia en las que tambien puede proyectar los vicios de las suyas; se creen también muy representadas por Julia Gutiérrez Caba, muy excelente actriz que suele adoptar la piel escénica del ama de casa.Marsillach, autor y actor, y director de escena es hombre profesionalizado en asumir personalidades de otros, y en este caso se amolda a unas condiciones en las que, mas que decir sus propias verdades o pensamientos, sigue esa otra línea del teatro que complace a un sector de público necesitado de ello, o de verse mas o menos reflejado en un escenario; y tiene sus derechos. A veces trasciende la sorna de Marsillach, y ese punto de melancolía o de desconfianza en las soluciones. Como dramaturgo y director ha encontrado las soluciones escénicas pertinentes.

Julia Gutiérrez Caba ocupa el escenario todo el tiempo, con la soltura y la costumbre que la han hecho famosa y con la capacidad de unas inflexiones que la hacen aparecer ante los espectadores en las distintas edades de su biografía. Los demás actores son personajes de papel, y necesitan ser representados con toda su necedad y al servicio de la protagonista, lo cual no favorece a los actores: se puede de entre ellos citar a Blanca Marsillach, por este arranque más en el oficio familiar, a Ana María Barbany por como ha cuajado ese oficio con el cual consigue hacer persona un papel episódico, y a Pilar Bardem porque en sus breves intervenciones arrancan las mejores mas unánimes carcajadas. Todo culminó en el final, donde las reiteradas ovaciones y algunos gritos de entusiasmo sacaron a escena, con la compañía, a Adolfo Marsillach y a quienes le había ayudado a poner en pie este monólogo con tantos personajes.

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