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Tribuna:NOTICIAS DE ABAJO / 18
Tribuna
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El fantasma de la guerra

Seguro que, con la de prensa y otros medios de formación que debe usté de tragarse cada día, lo tienen a usted a ratos un tanto acongojao con el asunto ese del Golfo, como lo llaman ya familiarmente, y la amenaza consiguiente de guerra (de la grande, se entiende: de la que a usted le toca) que le hacen planear por encima de la cabeza; y hasta puede que, comentando con la familia o los amigotes, haya usted alguna vez murmurado "A ver si todavía nos la arman" meneando el coco.Pues no, hombre, no: es mentira; como todo lo que le meten por los Medios de Formación de Masas, que para eso están.

"Pues ¿qué?: ¿me va usté a decir sin más que eso de la Guerra no son más que fantasmagorías de los Medios?, ¿que es el Fantasma de la Guerra solamente?".

Bueno, pues mire: se lo diré, pero con una condición: que entienda usted al mismo tiempo que los miedos y los fantasmas son también reales, que forman parte de la Realidad, que tienen en ella sus funciones y contribuyen a constituirla como Realidad. ¿Lo entenderá usted? ¿Lo tendrá en cuenta mientras le cuento lo que sigue?

Pues fíjese usté por dónde, que, de todo este tinglao del jeque petrolífero y el yanqui decadente con la flamante Europa por el medio, lo único en que los Medios apenas le habrán hecho parar mientes es en lo único que tiene de peculiar y nuevo: a saber, lo enorme (¿ha contado usté los meses?), lo desmesurado de la duración de la amenaza, mantenida, hora a hora, mes tras mes, en ascuas y con el alma en vilo.

El precio de la guerra

Tan desmesurado, que hasta he oído que días atrás algunos representantes de los Medios, y especialmente el Rey de los Medios (ese del ojo único y cuadrado), se quejaban de que el costo milmillonario de tener cubierto, como ellos dicen, el asunto desde el Golfo Pérsico tantos meses ¡iba nada menos que a arruinarlos! La queja es, por supuesto, hipócrita (como si no supiéramos por acá que Capital y Estado son el mismo), pero revela al menos eso que es lo único nuevo del asunto y a la vez lo único que de inmediato y palpable tiene.

Y que es, por tanto, de lo que no le hablan a usté, mientras lo tienen distraído con mil vejeces pintureras de exhibiciones militares y cónclaves en las Altas Esferas, esas donde están los Jefes de Estado disfrazados de arcángeles, potestades y dominaciones.

Pues bien, es esa fijación y alargamiento nunca igualado de la amenaza lo solo que debe usted tomar como significativo y leer en el libro de la Actualidad.

Porque, lo que es lo demás... Hace 45 años, desde el día siguiente mismo de la Guerra Mundial y el fúnebre estreno de la Bomba Atómica sobre Hiroshima, que lo vienen alimentando a usted año tras año con el miedo de la Guerra III; y como en tanto le han nacido a usted sobrinos y hasta nietos, asegurándose también, por medio de la constante reposición televisiva de peliculones de la II (con alemanes o japoneses ensombreciendo el cielo, o con siniestros espías de la Potencia Enemiga tramando en sus cavernas electrónicas la esclavitud del Globo) de que el mismo miedo se transmitía a las sucesivas generaciones.

Pero ese miedo se mantenía gracias a que al Enemigo Futuro se le podía dar una cara tradicional y reconocible; que, no pudiendo ser ya la mueca nipona o la estólida facha nazi, era la enigmática faz eslava de la Rusia Comunista.

Pero he aquí que, con el paso de los años, también las fantasmagorías se desgastan. Cumplió largo tiempo sus fines la idea de la Guerra Fría; tuvo después que desmedrarse un tanto en forma de Coexistencia Pacífica, pero que seguía cumpliendo los mismos fines, en cuanto que mantenía la ilusión de la Dualidad, que es el soporte necesario para la amenaza de la Guerra.

Hasta que, al fin, hace unos pocos años, con la rendición (la rendición declarada: ya en marcha y visible desde casi 30 años antes) de Rusia y sus satélites al único modelo verdadero de dominación (política y económica, Estado y Capital en uno), se les jodió el trampantojo, se les acabó el truquito. Y, como el Miedo de la Guerra seguía siendo necesario para el mantenimiento de la dominación, había de momento que agarrarse a cualquier cosa; y así, la trivial estupidez (de tipo tradicional) de cualquier tiranuelo mesopotámico hubo de servirles para el caso: a ella había que agarrarse, a falta de mejor, y hacerla así durar meses y meses como sustento del Fantasma de la Guerra.

Estado y Capital

¿O le parece a usté una casualidad que, justamente detrás de la rendición de Rusia al Modelo Único, venga esta nunca vista prolongación de la amenaza de la Guerra con tal motivo? Pues no, hombre, no: es la lógica misma de las cosas. Así es como la lógica se manifiesta en la Realidad; y así es como los hombres no pueden, ciegos por sus ideas, verla manifestarse. Así que no tenga miedo, hombre: no va a haber Guerra III ni Gran Guerra ninguna.

La verdá es que Ellos (Estado y Capital en su forma vigente y progresada) ni siquiera saben ya cómo se hace eso; ya no pueden acudir a la Guerra como aquel socorrido truco del Poder que era en sus formas arcaicas. Ya los últimos amagos, aquellos de Estados Unidos en Corea y en Indochina, fueron una revelación de la impotencia en tal sentido, esto es, de la impertinencia o incompatibilidad del viejo procedimiento de la Guerra con las formas más progresadas de dominación.

Si por ventura una Gran Guerra, con el pretexto de lo del Golfo Pérsico, se desencadenase ahora, ya no podría ser una guerra en el sentido tradicional, como la Mundial del 39-45 lo fue últimamente todavía, sino nada menos que la declaración de fracaso, el comienzo del derrumbe del Sistema de Dominación vigente. Y no: no piense usté que van tan pronto los Ejecutivos de Dios a mudar de plan, a renunciar tan pronto a seguir metiéndoles popós a media Humanidad, a seguir informatizando a María Santísima, a seguir explotando a la gente con la producción y venta de basura, que es el negocio que tienen en marcha todavía, mientras el mundo aguante.

Llegará el derrumbe, claro (hasta el Imperio Romano se hundió, y ahora la Historia va más de prisa -dicen) , pero no tan pronto (no lo verán, por desgracia, mis ojos probablemente): Ellos han demostrado que, acelerados como son en el desarrollo de sus explotaciones, son más bien lentos en el cambio de negocio.

Ellos, por ahora, lo que necesitan, eso sí, son guerritas en las márgenes, como las que han venido atizando todos estos años, en el Oriente Próximo, en el Sureste asiático, en Centroamérica, entre los estatículos africanos, en los países que Ellos llaman subdesarrollados o declaran, optimistas, en vías de desarrollo; pero no la Guerra en el Centro, no.

Lo que importa, por medio de esas guerritas de las márgenes, y por la imposición televisiva de las guerras históricas para las nuevas generaciones, es mantener vigente la idea de 'guerra', eso sí; sin la cual (y sin el miedo consiguiente) no podrían conseguir que se siguiera creyendo que esto es una Paz: este arrasamiento de pueblos y ciudades día a día en nombre del ideal, esta desolación militar de conglomerados de bloques y desiertos cruzados por autopistas que se impone cada día para morada de la muerte, esos miles de cadáveres enlatados en la autopista cada fin de semana en las escaramuzas del Capital contra la vida, esos miles de sujetos a medio desarrollo sacrificados en las hambrunas y miserias o guerras marginales creadas en sus bordes que Estado y Capital necesitan para desarrollarse, estos miasmas de peste química y subatómica (ríase usté de los gases bélicos) que cada día amustian selvas y repudren poblaciones, esta baraunda de transmisiones de la nada y embrollo progresivo con que, a fuerza de automatización y de informática, la Administración va hundiendo al mundo en un caos, esta idiotización de los millones de sujetos en la retaguardia (ríase usté de lavados de cerebro en cárceles soviéticas o campos de concentración) sentados ante la pequeña pantalla por la que ven la vida convertida en mentira histórica apenas está pasando: eso es lo que Ellos quieren que usted lo llame Paz.

Engaño de poblaciones

Y para eso necesitan que siga usted manteniendo el nombre, la idea y el miedo de la Guerra.

Pues bien, senor mío: ¡esto es la guerra! La encuentra usté un poco mudada de cara (esos cambios necesita el Poder para el engaño de las poblaciones), pero tiene usted que aprender a reconocerla y a llamarla por su nombre.

Así que, ya le digo: no tenga usté miedo, hombre: no va a venir la Guerra. La Guerra es esto.

Y como tampoco va usté a poder vivir sin miedo (porque así está usté hecho), lo que se le sugiere no más es que a ver si cambia usté de sentido y dirige su miedo adonde debe. En vez de tener miedo de la Guerra Futura que los Medios de Formación de Masas le venden incansablemente tenga miedo de esto que tiene encima, de esto que día a día le está aplastando: de esto que le está condenando, ya y desde ahora, al barracón y las trincheras, a la disciplina imbécil, a la obediencia ciega y a la muerte por el Ideal.

es catedrático de Latín.

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